viernes, 17 de julio de 2020

The Strain

Imagen promocional - Vampiro sacando la lengua

Estas últimas semanas he estado viendo las cuatro temporadas de las que se compone la serie. La primera de ellas ya la había visto en su día y me pareció interesante así que la dejé aparcada. Lamentablemente una vez vista me es imposible evaluarla de manera positiva. Y ya desde ahora aclaro que esta crítica va con SPOILERS a mansalva. Es la única forma en la que se puede evidenciar todo lo que falla en esta serie.

El planteamiento del episodio piloto resultaba interesante. La llegada de este señor de los vampiros al que llaman El Amo, en un avión que llegaba al aeropuerto con todos sus ocupantes muertos, remitía claramente al episodio del Demeter en el Drácula de Stoker. Era un buen gancho para empezar, y en general los capítulos de la primera temporada no están mal, sin embargo, a medida que la historia avanza, temporada tras temporada, van sucediendose cosas y se nos va dando información, que va haciendo que todo tenga cada vez menos sentido. Da la impresión que estuvieran improvisando sobre la marcha a pesar de que previamente había una versión en cómic y aún antes una serie de libros.

Para mí lo primero que no funciona es el personaje del Amo. No es ya que esté mal construido, sino que carece de construcción alguna. Es un personaje hueco. Cuyo retrato, desde el principio, se va definiendo por sus acciones. Y a medida que somos testigos de esas acciones, al no estar cimentadas sobre la base sólida que supondría un personaje bien construido de antemano, todo resulta en un completo sinsentido.

Efrain Goodweather examinando los pasajeros del avión.
Al principio todas las precauciones son pocas... al principio.

¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Qué es lo que quiere? ¿Cuál es su plan? ¿Destruir la civilización humana? ¿Someterla? ¿Con qué objeto? No estamos hablando, por ejemplo, del plan de toda una raza, que necesite recursos a mansalva sino del de un único individuo. Sí, a través del contagio, los strigois cada vez son más, e incluso hacía el final de la serie, en un único momento dado, Eichorst se refiere a ellos como hermanos, pero la verdad es que, en general, no son otra cosa que criaturas salvajes que no son sino apéndices del propio Amo. Han sido expresamente creados para la ejecución de este supuesto plan. El de un individuo que no tiene muchas necesidades que cubrir… más que la de alimentarse.

Cuando vemos por primera vez al Amo lleva la misma capa, ya raída, que cuando, según capítulos posteriores, se apoderó de ese cuerpo. Y antes de eso vivía en una cueva. No parece que tenga mucho apego por lo material más allá del que podría desprenderse de los anillos que lleva y de los cuales prescinde una vez cambia de cuerpo. Así que las motivaciones que podríamos entender en un ser humano como el acumular riquezas, lujos, etc. parecen no estar presentes. De necesidades sexuales, que es otra de las grandes motivaciones humanas, ni hablamos, ya que los strigois pierden sus genitales, y lo más parecido a la lujuria que llegamos a ver en uno de ellos es cuando Eichorst tiene capturada a Dutch, pero viene a ser una especie de experimento y es la primera vez que intenta algo así en más de sesenta años.

Eichorst y Dutch
Lo más parecido a la lujuria por parte de un vampiro no es sino un experimento.

Es decir, la única necesidad que parece tener el Amo, como he dicho más arriba, es la de alimentarse y, desde esa perspectiva, hay dos cosas, precisamente las que hace, que no tienen ningún sentido: destruir la estupenda despensa que sería la sociedad organizada moderna y crear miles de individuos inútiles con los que compartirla. Porque, además, estamos hablando de una criatura extremadamente fuerte, resistente y rápida que tiene gran facilidad para pasar desapercibida: en el avión del episodio piloto se alimenta de todos los pasajeros sin que ninguno se mueva siquiera de la silla. Lo que, por cierto, delata un ejercicio de gula aislado, ya que nunca más volveremos a ser testigos de algo así. En incluso cuando vemos a los otros vampiros superiores, los tres Ancianos, alimentarse, se limitan a compartir a un único individuo.

La mejor opción en todo caso habría sido pasar desapercibido. Incluso si su intención hubiera sido dominar el mundo: puede meterse en cualquier cuerpo y también puede hacer que un infectado conserve su memoria, su identidad, y a la vez mantenerlo dominado y leal. En cambio, lo que hace es crear una epidemia, en una ciudad como New York, donde rápidamente sería el centro de atención. Tampoco parece muy inteligente, de cara a pasar desapercibido, que durante siglos haya utilizado el cuerpo de un individuo con gigantismo. La excusa que da cuando lo toma es que se trata de un cuerpo fuerte, pero eso hace que resulte incoherente que más tarde acabe tomando el cuerpo de Eldritch Palmer, un señor anciano.

Eichorst y Palmer
Los conitinuos tira y afloja entre Thomas Eichorst y Eldritch Palmer carecen de sentido.

Con Eldritch Palmer tenemos un agujero de guion enorme. Gran parte de la trama en las primeras temporadas se basa en un pacto según el cual Palmer pone a disposición del Amo sus recursos y este en algún momento lo convertiría en un strigoi otorgándole con ello salud y hasta la misma vida eterna. ¿Qué necesidad tiene realmente el Amo de dicho pacto? ¿De que Eichorst tenga que estar continuamente negociando con Palmer, dudando de su lealtad, sin tener la certeza de que este cumpla con lo que se espera de él? Como veremos en la segunda temporada realmente ninguna. Si bien en un principio podemos pensar que la lealtad de Eichorst se debe a que simplemente es un malvado sediento de poder - era un oficial nazi - pronto descubrimos, con los casos del rockero Gabriel Bolivar y, sobre todo, de la madre del niño, Kelly Goodweather, que cualquiera a quien el Amo convierta en strigoi pasa a estar bajo su influjo directo, a ser completamente leal y a darle la posibilidad de que el amo pueda ver a través de sus ojos e incluso manifestarse. Con lo cual, si bien en un principio, en la primera temporada, el pacto podía tener algún sentido, la segunda hace que todo aquello pierda la coherencia: habría bastado con que que Palmer hubiera sido convertido, que simplemente se le hubiera dado lo que quiere. A pesar de lo cual, la idea del pacto se mantiene hasta prácticamente el final de la tercera.

El caso de Thomas Eichorst merece particular atención. En un principio parece un siervo leal al amo debido a que, como hemos dicho, es un malvado que había sido un oficial nazi y tal. Se nos antoja coherente su alianza con el Amo a cambio de poder e inmortalidad. Incluso parece estar a la espera de que el Amo le confiera un rango mayor, quizás ser un igual con él. Y eso igualmente funciona en la primera temporada pero se viene abajo en la segunda. Y es que cuando en la segunda temporada el Amo se ve en la necesidad de tomar un nuevo cuerpo y acaba eligiendo el de Gabriel Bolivar, desaprovechado por cierto a nivel argumental ya que físicamente se presta a la representación del vampiro gótico más clásico, Eichorst queda decepcionado porque esperaba que lo eligiera a él. Si hasta ese momento podíamos pensar que se trata de un individuo inteligente pero malvado que sirve al Amo por decisión propia, con esto queda de manifiesto que no es tal: que el Amo hubiera ocupado su cuerpo habría implicado su destrucción, la de su identidad. Solo podemos pensar, si queremos encontrarle algún sentido, que estas criaturas quedan obnubiladas por los deseos del Amo hasta el punto de convertirse en polillas atraídas por la luz de una bombilla.

Gabriel Bolivar, convertido en strigoi
Gabriel Bolivar, un rockero gótico convertido en vampiro.

Un rasgo especialmente interesante de esta serie en su primera temporada era el de plantear estos vampiros desde una perspectiva pseudocientífica, como si de una enfermedad infecciosa se tratase. Y, en ese aspecto, algo que durante toda la serie me ha llamado la atención es las pocas precauciones que toman los personajes desde ese punto de vista. Dejaremos de lado el hecho de que no vayan cubiertos de pies a cabeza, que sería lo lógico, debido a que los actores quieren mostrar su cara y a los espectadores verlas. La cosa es que ya en el capítulo piloto, mientras investigan qué ha ocurrido en el avión, encuentran gusanos en los conductos de ventilación. Es decir, que podían estar en cualquier parte. Sin embargo, ya jamás se volverán a preocupar de las superficies que tocan, incluso cuando con frecuencia acaban internándose en túneles oscuros y sucios. Ni cuando entran en contacto directo con el cuerpo de los strigoi tomarán otra preocupación que la de que no resultar heridos por esas monstruosas lenguas.

Por otro lado, continuando con el tema de la plausibilidad científica, nos encontramos con dos posibles excepciones que se sumarían a la lista de incoherencias: la primera que los espejos cercanos vibran, aunque quizás en los libros se dé alguna explicación caprichosa sobre las frecuencias que emiten y que hacen que todos estén comunicados entre sí. La segunda es que estos vampiros, como ocurre según el folklore, pero que no suele contemplarse en las adaptaciones cinematográficas, no pueden atravesar corrientes de agua como son, por ejemplo, los ríos… Dejando de lado cuestionar una posible explicación científica o ser quisquilloso con esta “regla”* lo que me resulta más llamativo es de nuevo lo incoherente que resulta el plan del Amo: no se le ocurre otra cosa que plantarse a llamar la atención en la isla de Manhattan, un lugar de donde no puede salir sin ayuda de algún ser humano. Por si fuera poco, hacia el final de la serie, incluso intentará acabar con todos los seres humanos que quedan en la isla con el fin de encontrar a los protagonistas, es decir, sin alimento en una isla de donde no puede salir por sus propios medios.

El Nacido
"El que ha visto el sol"... bueno... aquí se llama "El Nacido"

Otro defecto de la serie es la cantidad de subtramas que quedan abandonadas en seguida. Como por ejemplo la de Gus Elizalde, que es contactado por Los Antiguos con la intención de entrenarlo para convertirlo en una especie de cazavampiros tipo Buffy, pero que ni siquiera empieza a desarrollarse antes de ser sustituida por la de “El Nacido”, una especie de cazavampiros híbrido en plan Blade.

O la trama de Zach, el hijo de Goodweather, para quien supuestamente el Amo tiene importantes planes, que en ningún momento quedan claros, ni por qué él y no algún otro niño. La idea de que todo se resuma en que es el cebo para capturar al padre me parece endeble especialmente por la forma en que Eichorst o el Amo se refieren a él y que lo hacen parecer alguna suerte de elegido. Creo que en algún momento se llega a sugerir incluso que podría ser el próximo cuerpo del Amo, lo cual tiene tan poco sentido como lo de haber elegido el cuerpo anciano de Palmer.

O la trama del dichoso libro que todo el mundo busca, en el que supuestamente estaría la forma de destruir al Amo, pero que no solo está escrito de forma críptica, habla de profecías de Eclipses que nunca llegan a darse, sino que incluso tiene páginas que solo se pueden leer a la luz del día, al trasluz. Y lo de “El Rostro de Dios” ¿Y todo para decir que lo que puede destruir al Amo es el amor? Que tampoco es que destruir al Amo sea tan difícil: explosivos, lanzallamas, luz ultravioleta, etc… lo que por cierto me recuerda cómo, en cierto capítulo, Eldritch Palmer intenta tender una trampa a Eichorst en su oficina y olvida por completo la genial trampa que es la propia oficina en sí y con la cual se había cargado a los enviados de los Antiguos.

Zach y el Amo en el cuerpo de Palmer.
Inexplicable el que el Amo mantenga a Zach a su lado.

Otro de los grandes problemas de la serie es que los protagonistas, a lo largo de la serie, no obtienen al menos algunas pequeñas victorias. Y es que no pueden, ya que no hay más enemigos que Eichorst o el Amo y ellos son los enemigos últimos a derrotar. Así que durante las cuatro temporadas somos constantemente testigos de cómo héroes y villanos se encuentran, tienen una rápida refriega, y aquel que está en clara ventaja en vez de eliminar a su enemigo sin contemplaciones se limita a darle tiempo para que se recupere y escape. Frustrante las primeras veces, ridículo y aburrido el resto.

Finalmente, otra cosa que, yo en particular, no soporto, es al personaje de Efrain Goodweather. Desde el principio hay personajes, especialmente el profesor Setrakian, que le están avisando de cómo funcionan las cosas con los strigois en base a la larga experiencia que tiene con ellos y, sin embargo, Goodwaeather, no hace otra cosa, durante las cuatro temporadas, ¡las cuatro!, que cuestionarlo todo. Particularmente, me resulta un personaje desesperante. Quizás porque me he encontrado con frecuencia con personas así.

En fin, un despropósito de serie. Y no lo entiendo porque, como dije antes, es la adaptación de una serie de libros y ya tuvo una adaptación previa en cómic. En el momento de adaptarlos a la televisión todo debería estar muy pulido ya. No he leído los libros así que no sé si todo esto es el resultado de adaptarlos de manera superficial o de heredar los errores de aquellos o qué sé yo. Pero independientemente de la razón no hay excusa posible que subsane tal cantidad de sinsentidos y mucho menos que haga que la serie parezca buena. Y es una pena porque, insisto, tanto el planteamiento inicial  como algunos de los personajes (Setrakian, Eichorst…) resultaban muy prometedores. Podría haber sido una gran serie, pero, en lineas generales, y especialmente a partir de la segunda temporada, no lo ha sido.

El Profesor Setrakian
Setrakian, uno de los pocos personajes interesantes.


* ¿Exactamente que requisitos deben cumplir las corrientes de agua para impedir el paso de un vampiro? Porque si contamos el alcantarillado público con el caudal que debe tener el de una ciudad como New York...

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