sábado, 6 de diciembre de 2014

Star Wars Episodio VII... ¡Ya lo sabíamos!

Durante estos últimos días he visto como en facebook y varias páginas web mostraban un video, al parecer del año 1983, en el que Mark Hamill, hablaba sobre que George Lucas le había comentado sobre la posibilidad de volver a interpretar a Luke Skywalker en el futuro, en un rol semejante al del Obi Wan de la trilogía clásica. Lo que me ha llamado mucho la atención es como en esos medios se ha resaltado la noticia como si fuera algo sorprendente que saliera ahora a la luz, usando términos como predecir o pronosticar.


Los que hemos sido muy fan de la saga desde el principio, siempre hemos sabido, al menos desde la época de El Retorno del Jedi, precisamente ese año 1983, que en la cabeza de Lucas rondaba la idea de una saga completa de nueve películas de la cual la trilogía era la parte central. En mi caso, en aquella época, la noticia me llegó a través de un primo mío, con el que desde siempre he hablado de cine y que por aquel entonces compraba la revista de cine Fotogramas.

La cosa es que desde que Lucas decidió hacer la primera trilogía, es decir, la precuela, en numerosas entrevistas decía cosas como que Star Wars era la historia de Anakin Skywalker. Ante esto, yo al menos, no podía pensar otra cosa que lo que pasaba era que se le habían quitado las ganas de hacer la última trilogía y con la realización de de las tres primeras, al menos él y en cuanto a cine se refería, le daba carpetazo al asunto. La venta de Lucasfilm a Disney parecía confirmar eso.

Imagen del artículo de la revista Fotogramas.
Artículo de la revista Fotogramas sobre el estreno El Retorno del Jedi y las películas por hacer.

Ahora, con este revuelo en torno al video de Hamill, me da la sensación de que muchos creían que la nueva película de J. J. Abrams era iniciativa suya o de la propia Disney cuando otros simplemente estábamos siendo testigos de cómo tomaban el relevo para terminar lo proyectado hace tanto tiempo por Lucas. Lo que pasa es que Lucas nunca tuvo, ni de la precuela ni de la secuela, más que una serie de ideas esbozadas, con lo cual Abrams va a tener bastante libertad en lo que está haciendo. Eso si, que en su momento, cuando este nuevo proyecto se puso en marcha, Mark Hamill se entrevistó con Lucas así que tampoco anda muy lejos de su criatura. En fin, por si cabe alguna duda sobre que esto ya se sabía, transcribo parte del artículo con motivo del estreno de El Retorno del Jedi, de la revista Fotogramas de 1983, el cual conservo y al cual pertenecen las imagenes que acompañan a este texto:

"¿Tendremos en el futuro una "precuela" y una secuela a la trilogía compuesta por los tres títulos antes citados? Según Lucas, los tres títulos que deberán componer la "precuela", caso de hacerse, serían diferentes en tono y "look", más dramáticos, mostrando las intrigas políticas y complots maquiavélicos que llevaron a la caída de la, en tiempos, noble República. La acción será la mínima para dar fluidez a la aventura. Obi-Wan Kenobi, el anciano Jedi que fue interpretado por Alec Guiness en títulos ya rodados, y Darth Vader aparecerán en su juventud, mientras que Luke Skywalker apenas si tendrá una breve aparición como bebé en el Episodio III.
 
La secuela a la trilogía que completa "El Retorno del Jedi", otra trilogía a su vez, es algo más vaga. Su tema central será el de la necesidad de una elección moral y la sabiduría necesaria para distinguir el bien del mal. Luke, que para entonces tendrá la edad que tiene ahora Obi-Wan Kenobi, sesenta y algo, reaparecerá, así como sus amigos, caso de que Lucas quiera llevar la obra hasta su final. Naturalmente habrá que esperar bastantes años para ello, ya que tanto Mark Hamill como sus compañeros de reparto tienen preferencia en el "casting" si su aspecto es lo suficientemente maduro." 

Artículo de la revista Fotogramas.

viernes, 31 de octubre de 2014

La Leyenda de Sleepy Hollow

Conocí la historia, de niño, a través de la versión de dibujos animados de Disney, y me fascinó la icónica imagen del Jinete Sin Cabeza sobre su caballo encabritado mientras sostenía en alto la Jack O'Lantern típica de Halloween. Ya de por sí es una película estupenda pero además, cuando me familiaricé con el cuento original de Washington Irving, descubrí que además era una fantástica adaptación. Recrea a la perfección el espíritu de la historia, especialmente por la fidelidad a los personajes, sobre todo en el caso del protagonista: Ichabod Crane es un personaje singular, desgarbado y feúcho, maestro de escuela de profesión, bonachón y a la vez bribón. Por mucho que en la historia haya una chica y un villano, el rol protagonista de Ichabod no es el de héroe sino el de desgraciada victima por la cual uno no puede sino sentir lástima y simpatía. Todo eso hace que dé esa sensación de leyenda popular de algo que le pasó a alguien cualquiera.

Fiesta en el hogar de los Van Tassel
La coqueta Katrina, el iluso Ichabod y el pendenciero Brom asaltado por una aldeana.

Otro detalle que hace que la película conserve el espíritu del relato es que se opta por la narración en off, cantada en muchos pasajes a fin de amenizarla, en lugar de unos diálogos ya inexistentes en el texto original. En la versión original la narración corre a cargo del cantante Bing Crosby y, en la versión en español, de un habitual del doblaje de las películas de Disney, el cómico y cantante mexicano Germán Valdés "Tin Tan", cuya labor no desmerece en absoluto el trabajo de Crosby. Me parece curioso, y no acierto a comprender, que una de las canciones, Katrina, se mantuviera en inglés.

El momento álgido es aquel en el que, hacia el final de la historia, aparece el Jinete, aunque, al igual que en el cuento, no se trata de otra cosa que una treta orquestada por Brom "el hueso" para espantar a Ichabod. Sin embargo, al tratarse de dibujos animados, las figuras del jinete y su caballo son falseadas, dándoles el aspecto de una auténtica aparición - tal como Ichabod los ve- creando esa imagen icónica que comentaba al principio. Ignoro si el detalle - y acierto - de la Jack O'Lantern aparece por primera vez en esta adaptación ya que si bien la calabaza existe en el relato original en ningún momento se especifica que fuera la típica calabaza decorada.

Imagen icónica del Jinete con la Jack O'Lantern
Ni el Jinete ni su caballo tienen mucho detalle, se quedan en sombras.

A principios de los 90s Tim Burton se estaba poniendo de moda. El estilo tétrico de películas como Eduardo Manostijeras (1990) o especialmente Batman Vuelve (1992) gustaba y quedó definitivamente consagrado con Pesadilla Antes de Navidad (1993). En realidad, la película estaba dirigida por Henry Selick pero el diseño de personajes, al parecer, eran de Burton con lo cual se llevó toda la fama. La cosa es que a mí, a raíz de Pesadilla..., no me cabía duda: Tim Burton era el director ideal para hacer una buena adaptación de aquella historia que tanto me gustaba, La Leyenda de Sleepy Hollow. Y un buen día me encuentro en las páginas de la revista Acción con que efectivamente Tim Burton se disponía a rodar una adaptación de la historia. Aquello iba a estar genial. Me equivoqué.

La película no me gustó y no porque no tuviera cosas buenas. La fotografía era estupenda, el reparto de viejos actores de la Hammer también... pero el tono no era el adecuado. Irving tiene la virtud en su prosa de describir perfectamente Sleepy Hollow como un lugar de melancólico ensueño, sumergiendo al lector en él y haciéndole comprender perfectamente cuan merecedor de su nombre es la pequeña aldea. Todo eso, en la versión Burton, es sustituido por una ambientación tétrica de pesadilla en la que solo debería encuadrarse la parte en la que aparece el Jinete... excepto por el hecho de que, como digo más arriba, el Jinete, en el texto original, no llega a manifestarse en ningún momento.

No me parece un error cambiar un poco la historia en una adaptación al cine ya que el cuento quizás no da de sí para un largometraje y un cambio que entiendo que no solo es conveniente sino incluso necesario es que el Jinete se manifieste realmente. Es algo que merece explotarse. En los dibujos animados estaba allí porque lo veíamos con los ojos de Ichabod, en el cuento lo está porque nuestra imaginación lo recrea antes de saber que se trata de un engaño, pero en la fotografía de una película de imagen real, un tipo con un disfraz que oculta su cabeza, sobre un caballo real, no es algo que resulte. Así que en principio creo que es estupendo que en la película aparezca el auténtico Jinete decapitado, el espectro.

Brom se enfrenta al Jinete
"Soy... Batman... sin cabeza pero... soy Batman"

Paradójicamente Burton lo desaprovecha. En vez de darle al Jinete el halo espectral que debe tener, el efecto es que, por mucho que le falte la cabeza, es algo demasiado físico, que está ahí, que no es algo que se vaya a desvanecer de un momento a otro. Incluso la forma de moverse y caminar hace que el hecho de que le falte la cabeza parezca tan trivial como si lo que le faltara fuera, por ejemplo, una mano. Es algo que queda especialmente patente en la escena en la que el Jinete lucha con el personaje de Casper Van Diem. El Jinete, si bien no debe ser el típico fantasma translúcido, si debe tener algo de irreal y, sobre todo, ser fugaz, visto y no visto.

En cuanto a trama en general presenta demasiados cambios pero para mí el que constituye el principal error es el de cambiar al propio protagonista, Ichabod, que pasa de ser el anti-heroico maestro de escuela para convertirse en un extravagante héroe-detective con métodos poco ortodoxos... es decir, un tópico explotado hasta la saciedad, y más aún hoy día que la televisión está llena de personajes en esa línea. Por si fuera poco "el personaje" en cuestión está interpretado por Johnny Depp en la línea que caracteriza a la mayoría de sus personajes en los últimos años, especialmente en las películas de Burton, con lo cual resulta perfectamente olvidable.

Johnny Depp como Ichabod Crane
Johnny Depp hace de... lo que quiera que sea eso que hace ultimamente...

A pesar de todo, es una película que inevitablemente, de vez en cuando, me animo a volver a ver, queriendo pensar que es mejor de lo que la recuerdo. Lamentablemente cada vez que la veo acabó pensando exactamente lo mismo que expongo. En fin, habrá que esperar aún una buena adaptación en imagen real. Mientras tanto nos queda la estupenda versión Disney.

Otras adaptaciones a tener en cuenta son una versión de 1980, con Jeff Goldblum en el papel de Ichabod Crane y una versión para televisión del mismo año que la de Tim Burton que, según dicen, está bastante bien aunque lamentablemente parece dificil de encontrar. También un episodio de la serie de televisión Grandes Cuentos y Leyendas (1985-1989), presentada por Shelley Duvall y que era una especie de continuación de su serie Cuentos de Hadas (1985) pero basada esta vez en mitos estadounidenses. Finalmente mencionar, como curiosidad, un episodio de la serie Se ha Escrito un Crimen titulado La Noche del Jinete sin Cabeza, basado ligeramente en la historia.

De la actual serie de televisión no puedo opinar demasiado ya que solo he visto tres o cuatro episodios pero la conexión con el relato se limita al hecho de que hay un Jinete Sin Cabeza y que los personajes y lugares tienen los mismos nombres.

viernes, 15 de agosto de 2014

La Máscara: El Retorno / The Mask Returns

Conocí al personaje, como todo el mundo por estos lares, por la película. Y la verdad es que me gustó bastante en su momento, excepto por unos pocos detalles que me parecían ridículos como la reacción de los gamberros en la escena de los globos o todas aquellas en las que se rompe el cuarto muro. No se había hecho antes nada así, los efectos especiales digitales eran increíbles, Cameron Díaz era increible, y para mi fue una suerte no tener conocimiento previo de Jim Carrey – no había visto Ace Ventura – con lo cual atribuí al personaje la pantomima habitual del actor. Probablemente no habría resultado tan fresco de haber sido de otra manera.

Entonces Norma Editorial, para aprovechar el tirón, editó en castellano la miniserie La Máscara: El Retorno (The Mask Returns). Normalmente no me llaman la atención los comics protagonizados por personajes violentos que usan ametralladoras, violencia gratuita o donde sale sangre por doquier pero La Máscara me gustó. Por la trama, por el dibujo y por la idea de que el protagonista no era un solo personaje sino cualquiera que, eventualmente, pudiera colocarse la máscara. Por si a alguien se le escapa a estas alturas, la versión de la película es bastante descafeinada, si bien hay que tener en cuenta que el personaje varía según quien porta la máscara.

Las estupendas portadas de La Máscara: El Retorno (The Mask Returns)

La miniserie, escrita por John Arcudi, trata una historia de policías y mafiosos, donde un don nadie, que trabaja para una de estas familias, se hace accidentalmente con la máscara, dándole un vuelco a su situación dentro del crimen organizado de la ciudad… aunque a mitad de la miniserie acabará perdiendo la máscara. El comienzo de la segunda mitad empieza con un flashback que durante seis escasas pero preciosas páginas cambia el escenario para mostrarnos una aventura con reminiscencias de aventuras a lo Indiana Jones, con ritos tribales, junglas, magia, vudú… En ese momento entiendes, mejor que en cualquier otro, que la protagonista es la máscara, el objeto mágico por el que se pelean todos, y que sus historias no tienen porque estar delimitadas dentro de un género o escenario: la historia de mafiosos solo es el marco actual. Acto seguido volvemos a la historia de mafiosos con otro portador, portadora en este caso, de la máscara,  enfrentándose a un psicópata y asesino a sueldo, un juggernaut llamado Walter. Sin embargo, en este caso, la motivación de Walter no será el dinero. Walter se acabará convirtiendo en el archienemigo de la máscara, el objeto, sin importarle quien la lleva hasta el punto de ignorar a la persona cuando esta se quita la máscara. Tampoco tiene el más mínimo interés en conseguir la máscara para sí mismo.
 
Páginas de La Máscara: El Retorno.
Dos de las prometedoras páginas aventureras de La Máscara: El Retorno.

La Máscara es un personaje creado por Mike Richardson aunque en su diseño definitivo y despegue no se puede obviar el buen hacer de Dough Mahnke, como dibujante, y los guiones de John Arcudi. Me gusta el dibujo de Mahnke, lo veo muy apropiado para el tipo de historia que cuenta y su diseño del personaje es simplemente genial. Especial mención a las portadas del segundo y tercer número, las cuales me encantan, por el dibujo de Mahnke y el uso del color.

Como el propio título indica, la miniserie era continuación de otra, The Mask, también de cuatro números, la cual a su vez continuaba la historia original, un número único llamado The Mask Mayhem. Nada de esto se ha publicado en España. Quizás en Norma pensaron que Returns era la saga más atractiva de cara a atraer lectores y, en caso de que funcionara, publicar posteriormente ese otro material, pero eso nunca llegó a ocurrir. Todo el material que posteriormente publicó Norma se limitó a especiales de uno o dos números donde La Máscara compartía protagonismo con algún personaje que vendiera más como el Joker o Lobo, ambos de DC Comics.

Imagen comparativa de Walter y el actor Larry Drake
Walter me recordaba al actor Larry Drake, el malo de Darkman (1990).

Una pena porque tras The Mask Returns hay unas cinco miniseries. Lamentablemente solo la primera de ellas, The Mask Strikes Back, cuenta con los autores originales, pero al menos parece que los sucesivos artistas intentaron ser fieles al diseño de Mahnke. Quizás la gran pega que le veo es que se han mantenido en la línea del personaje macarra dejando de explorar otras ideas como, por ejemplo, la que apunto arriba, la del flashback, con aventuras en lugares exóticos y misteriosos.

Sería interesante, ahora que están más de moda que nunca las adaptaciones del comic, una serie de televisión de The Mask en imagen real respetando el espíritu del comic. Podría ser algo al estilo de tantas series como El Fugitivo, El Increible Hulk, etc. solo que ni siquiera repetiría un actor principal, solo la máscara. No sé, capítulos autoconclusivos o tramas de dos o tres episodios como máximo, con diferente reparto, incluso género... podría estar muy bien.

En cualquier caso, y volviendo a los comics, estaría bien que Norma Editorial se animara a publicar en España – en tamaño comic book, por favor – todo ese material inédito, especialmente cuando todo él se encuentra recopilado en USA en dos volúmenes Omnibus*, que lo llaman los americanos.

*En España, un ómnibus es un autobús
.

domingo, 10 de agosto de 2014

Penny Dreadful

Nota: El siguiente artículo de opinión contiene spoilers del contenido de la primera temporada de la serie.

Hace unas semanas terminé de ver la primera temporada de esta serie y la verdad es que me ha sido terriblemente decepcionante. Y lo digo con pena porque la serie tiene un muy buen reparto y una gran ambientación pero a los que no sabe sacarle provecho.

Un gran reparto donde destacan especialmente Timothy Dalton y Eva Green.

En general el desarrollo de la trama transcurre pesadamente, cuenta  poco, y a veces el guión busca una grandilocuencia y sofisticación innecesaria, como buscando que el espectador se sorprenda con cosas que se ven venir a leguas o con frases que buscan que piense “que guay es este personaje”. Algo en esa línea, y que me aburre en general en las producciones americanas, es el concepto de “el elegido”, aquí la elegida Vanessa Ives: no es necesario todo ese rollo de fin del mundo vampírico como si el maestro vampiro – presumiblemente Drácula – no fuera de por sí bastante amenaza. 

Como digo, el desarrollo se me ha hecho lento y de hecho hay un par de episodios de los cuales gran parte de su contenido, en mi opinión, sobra y lastra el ritmo de la serie. El primero de ellos es la historia de La Criatura, cuya narración resulta, por un lado, artificial y forzada en el momento y, por otro, un tanto inverosímil. Lo mismo ocurre con el episodio dedicado al pasado de Vanessa, el cual interrumpe la historia con unos hechos que deberían haber sido expuestos a través de los diálogos entre personajes y, quizás, unos pocos pequeños flashbacks.

Hay que tener en cuenta que, probablemente intentando no parecerse demasiado al comic La Liga de los Caballeros Extraordinarios de Alan Moore, cuya influencia es obvia, se trastocan los nombres de los personajes. De esta manera Vanessa Ives hereda el carácter de la Mina Murray de los comics de Moore y Mina Murray queda relegada al ocupar el lugar que en Drácula, la novela, ocupa Lucy Westenra.

Una pena que argumentalmente no esté a la altura del reparto o la ambientación.

Personalmente me gusta más que en este tipo de pastiches se respeten los personajes originales cuanto más mejor, en vez de reinventarlos. En ese sentido, y partiendo de cómo quedan configurados los personajes en la serie, creo que lo ideal habría sido conectarla al final de la novela de Stoker. De hecho prácticamente lo plantean así pero, desde mi punto de vista, cometiendo tres errores fatales que de haberse evitado podrían haber mejorado bastante el resultado final. Los dos primeros están conectados y básicamente son haberle dado poca relevancia al personaje de Mina y no haber mencionado en algún momento – tan solo eso – a Lucy Westenra. El tercer error no tiene disculpa posible: un Van Helsing incomprensiblemente desaprovechado y más aún teniendo a un actor como David Warner encarnándolo.

En la misma tónica igualmente creo que se debería haber conectado la serie al Frankenstein de Mary Shelley: La Criatura clamando venganza debería haber sido una mucho mas escarmentada, la que hay hacia el final del libro, incluso tras haber vivido el episodio de la prometida… ¿quizás reclamando una segunda prometida? ¡Después de todo Victor lo ha vuelto a hacer! Lamentablemente eso, que después de todo solo es una opinión mía de cómo se debería haber enfocado, no es el fallo que le veo a la trama de Frankenstein sino el hecho de que La Criatura tiene en todo momento un comportamiento moralmente incoherente y bastante contradictorio. Para mí es una trama que falla desde el momento en que regresa La Criatura.  

El final de la temporada en la línea de los episodios que lo preceden, sin que llegue a importar demasiado el destino de Mina o de su captor. Tiene una única sorpresa final, de la cual se dan pistas a lo largo de toda la temporada pero que personalmente yo veía venir desde la primera escena del segundo capítulo. Una pena también que los detectives de Pinkerton no se usaran para otra cosa que desvelar dicha sorpresa.

Como dije al principio lo mejor son los intérpretes, empezando por Eva Green y Timothy Dalton con un personaje que remite al Allan Quatermain de, nuevamente, La Liga de los Caballeros Extraordinarios. Buen trabajo también por parte de Harry Treadaway (Víctor) y Josh Hartnett (Ethan Chandler) y es que en general el reparto es muy bueno.

En fin, una lástima, esperemos que la segunda temporada resulte mejor.

lunes, 28 de julio de 2014

El Amanecer del Planeta de los Simios.

Nota: El último párrafo de este post es un comentario sobre el final de la película. Si bien no soy explícito tampoco es dificil imaginar por donde va la cosa. El resto del post está libre de spoilers.

Hace una semana vi El Amanecer del Planeta de los Simios y, tal como pensaba que iba a ocurrir, me gustó. Diría que se trata de una película de tránsito y viene a ser, salvando las distancias, como el segundo episodio de una serie. Ocurren cosas, y cosas importantes, pero cuyas verdaderas consecuencias aún están por llegar. Como curiosidad, comentar que parece ligeramente inspirada, por ciertas situaciones, que no por la trama en general, en la quinta película de la saga original, La Conquista del Planeta de los Simios (1973). Y por supuesto, inevitablemente tras el desarrollo planteado desde la primera película, cuenta una historia diferente a la del libro de Boulle con el cual la saga podría tener alguna conexión, si acaso, para una cuarta o quinta película, no antes.


Lo mejor es, cómo no, que los simios parecen auténticos simios, aunque precisamente el único fallo que yo le encuentro, y que ya apunté en el post que dediqué al libro, es el aspecto demasiado humanizado del personaje principal, Caesar. Su rostro me sabotea el realismo que, dentro de lo que cabe, se le pueda dar a un chimpancé parlante y, aunque en la primera película lo atribuía al hecho de que era una imagen generada por ordenador, quizás el problema sea no poder identificarlo con algo que realmente exista. El rostro de Caesar está humanizado a varios niveles, uno de ellos es la cierta escasez de pelo en los contornos del rostro, cosa que también ocurre con su pareja, y otro la fisonomía del rostro en sí. Hablando de ello con una amiga, me argumentaba que la razón era el hecho de ser un mutante, el resultado de los experimentos de desarrollo neurológico a los que fue sometida su madre. Si bien esa explicación es lógica y sin duda será la que argumentalmente se le da, creo que la razón real para que Caesar tenga un rostro no tan simiesco es la de buscar la empatía del espectador y quizás la de justificar un héroe no humano, cosas de los norteamericanos, ya saben. Pero el fallo principal, en mi opinión, radica en los ojos, demasiado humanos, alargados, en los que se puede ver demasiado del blanco del globo ocular. En cambio el rostro del hijo de Caesar – se llama Ojos Azules, pero yo lo habría llamado Cornelius – es mucho más simiesco, y aún cuando sus ojos son azules, también son más redondeados, mostrando poco más que el iris de los ojos. En cualquier caso ni que decir tiene que la labor del actor Andy Serkis, que da vida a Caesar, es sobresaliente.

Deberían haberlo llamado Cornelius, como en La Conquista del Planeta de los Simios.

Un detalle sobre el final de la película: Caesar toma una decisión, una decisión práctica, no idealista, obligado por la necesidad del momento. Sin embargo esa decisión acarreará consecuencias graves en el futuro ya que con ello el mensaje que está dando es que en determinadas circunstancias ciertos actos están justificados… y el problema es que evaluar cuándo lo están es algo muy subjetivo. Si bien es presumible que es algo que tarde o temprano iba a ocurrir, es Caesar quien ha abierto la caja de pandora.  

miércoles, 25 de junio de 2014

Los hombres lobo de los 80s (I)


Nota: A pesar de tratarse de películas de 1981 creo que es mi deber avisar que este artículo contiene algún que otro spoiler.

Mi monstruo clásico favorito, desde pequeño, siempre ha sido el hombre lobo, que ya era bastante chulo en las versiones clásicas. El vampiro, cuyo único referente para mí era por entonces Drácula, dejaba que desear… solo era un tipo con los colmillos largos, estaba bien pero el hombre lobo era eso y mucho más. Creo que los vampiros no empezaron a gustarme más hasta que vi Jóvenes Ocultos (1987). Volviendo al hombre lobo, pues eso, que los clásicos estaban muy bien… hasta que vi en televisión Un Hombre Lobo Americano en Londres y Aullidos, ambas de  1981. Me encantaron y desde entonces están entre mis películas favoritas dentro del género. Por ello he decidido dedicarles este post el cual será el primero de una pequeña serie. Vamos allá.

La cosa empezó en 1969 cuando el joven John Landis, de tan solo dieciocho años, se hallaba en la antigua Yugoslavia participando como asistente de producción en el rodaje de Los Violentos de Kelly y tuvo ocasión de ser testigo de cómo, en un cruce de caminos, unos gitanos llevaban a cabo un entierro según una antigua tradición para que... ¡el difunto no volviera de la tumba! Aquello dejó a Landis bastante trastocado y le hizo plantearse ¿Y si fuera cierto? ¿Y si ocurriera? ¿Cómo se enfrentaría un chico norteamericano moderno como él a algo propio de supersticiones y que simplemente no tenía cabida en la mente racional moderna? Eso fue lo que llevó a Landis a escribir el guión de Un Hombre Lobo Americano en Londres.

Jack y David a punto de contestar a los interrogantes planteados por Landis.

Durante el rodaje de su película El Monstruo de las Bananas (1973), Landis expuso su proyecto a Rick Baker, quien se encargaba de los efectos especiales de maquillaje, con la intención de que fuera ideando como llevar a cabo la transformación de su hombre lobo. Lo tenía claro, no quería recurrir a la transformación típica de las antiguas películas en las que el personaje permanecía quieto por las exigencias del propio proceso que consistía en ir fotografiándolo a medida que se le iba añadiendo maquillaje. Quería escenas completas y bien iluminadas, con el personaje en movimiento, donde la transformación tuviera lugar delante de los ojos del espectador. Y que pareciera dolorosa.

El guión tuvo un éxito relativo en Hollywood. Le proporcionaba trabajos a Landis pero ningún estudio quería hacer la película porque la consideraban o demasiado divertida para ser una película de terror o demasiado terrorífica para ser una comedia. Nadie parecía saber cómo encajarla.

Pasaron los años, la película de Landis seguía sin hacerse, y entonces apareció un nuevo proyecto de Hollywood en torno al hombre lobo. La productora Avco Embassy se había hecho con los derechos de la novela The Howlling de Gary Brandner y la película, de bajo presupuesto, iba a ser dirigida por Jack Conrad aunque finalmente acabó en manos del aún principiante Joe Dante. Para los efectos especiales se pusieron en contacto con Rick Baker quien, al no saber nada del proyecto de Landis, no dudo en aceptar deseando poner en práctica las ideas que había ido gestando.

Rick Baker (derecha) con la cabeza de lobo de Un Hombre Lobo Americano en Londres.
Baker ya había empezado a trabajar en los efectos especiales de Aullidos (1981) cuando Landis lo llamó para que se hiciera cargo de los de Un Hombre Lobo… Debió ser una situación muy comprometida cuando tuvo que explicarle que se había embarcado en el otro proyecto. Finalmente Baker acabó incorporándose a la película de Landis, abandonando la de Dante, pero no sin antes recomendarles a un protegido suyo, Rob Bottin, otro grande de los efectos especiales que años más tarde diseñaría a Robocop (1987).
 
En realidad es harto probable que Landis supiera de Aullidos, y quién sabe si de la participación de Baker, y buscara la forma de sacar adelante su proyecto temiendo que se le adelantasen. Así pues, en principio, el inicio del rodaje de Un hombre lobo… parece estar íntimamente ligado al de Aullidos pero, por otro lado, Baker ya había empezado a trabajar en los efectos especiales de las transformaciones, basados en lo que había imaginado para la película de Landis, y que pasarían a manos de Rob Bottin, con lo cual Aullidos también le debería mucho a Un Hombre Lobo... De hecho, Rick Baker aparece acreditado como consultor.

Es posible que ahí no acabe la relación entre las dos películas sino que hubiera algo más y es que hay que recordar que durante todos esos años el guión de Landis estuvo rodando por los estudios sin que nadie se animara a producirlo. Y también es probable que se supiera que Baker estaba involucrado. También hay que observar ciertos detalles que las dos películas tienen en común. Ambas transcurren en la actualidad (de 1981). En ambas los personajes, como los propios espectadores, están al tanto, gracias al cine y la televisión, de la mitología que rodea al hombre lobo y de hecho en ambas se hacen referencias a las películas clásicas, especialmente a El Hombre Lobo (1941). En películas anteriores, los personajes parecían ignorar todo sobre los hombres lobo hasta que se enfrentaban a uno. Finalmente en ambas hay una escena en las que el hombre lobo se transforma en…  una sala de proyección de películas X. Son pequeñas coincidencias que no dejan de ser algo... sospechosas. A todo esto añadir el resquemor competitivo  que queda patente en las declaraciones que aparecen en los extras de la edición en DVD de Aullidos, donde por un lado se declara abiertamente que la idea era hacer una película de hombres lobo donde hubiera sustos y también escenas graciosas - ¿de dónde sacarían la idea? - y por otro lado ensalzan el humor de la película y como en las proyecciones los espectadores gritaban y reían a ratos… cuando de hecho en Aullidos no tiene nada de comedia: no hay escenas graciosas. De hecho durante gran parte del metraje se puede considerar un thriller psicológico.

Dick Miller, actor fetiche de Joe Dante, en su personaje favorito de toda su carrera.

A pesar de todo también hay que reconocer que son dos películas muy diferentes. La trama de Un Hombre Lobo… recrea el esquema clásico con un protagonista que es mordido por un hombre lobo y, en consecuencia, pasa a transformarse en uno. Es gracias al buen hacer de Landis que, a pesar de ello, la película resulta fresca y original. Es remarcable la atmosfera realista que se respira durante todo el metraje – solo rota ocasionalmente por las apariciones del fantasma del amigo muerto – y especialmente en las escenas rurales del principio, aderezadas por la sublime partitura de Elmer Bernstein.

Este tono realista no decae con la transformación del protagonista – y he ahí la grandeza del trabajo de Baker – durante la cual presenciamos una metamorfosis en todo momento coherente, triste y dolorosa, que se limita a transformar, efectivamente, al hombre en cánido. Y ese fue el gran acierto de Landis, volver a llevarlo a una forma familiar, la del cuadrúpedo, en vez de a la más fantástica del híbrido bípedo clásico, en contraposición a la opinión original de Baker, y rematando el hecho de lo absurdo asomándose a la realidad, tal como aquello que experimentó en Yugoslavia. En mi opinión se trata de la mejor transformación de un hombre lobo que hayamos podido ver en una película, incluyendo las transformaciones digitales de las producciones modernas.

La categoría de Oscar al Mejor Maquillaje se creó para poder premiar esta transformación.

Quizás en ese sentido, lo peor de la película son las inoportunas apariciones de Jack. Mientras la escena de su muerte resulta cruda y sobrecogedora, sus escenas no dejan de sabotear esa atmosfera de realidad de la que hablábamos, si bien es verdad que es a través de sus conversaciones con David como vamos viendo como este va afrontando lo que podría estar pasándole. También es verdad que el final de la película parece precipitado, se echa de menos algo de más metraje, y lamentablemente el monstruo cuadrúpedo no está a la altura de lo prometido tras la escena de la transformación ya que el animatrónico tiene un aspecto muy "de muñeco" y una expresión demasiado rígida para el tiempo que aparece en pantalla.

Aullidos, en cambio, tiene un argumento original que se aparta de la historia clásica en torno a un único hombre lobo, un protagonista caído en desgracia, para mostrarnos una comunidad de hombres lobo, los cuales conservan su inteligencia al transformarse. En ese sentido propone, para el cine, al modelo moderno de hombre lobo, el hombre lobo “superhombre”, cuya transformación no constituye una degradación del ser sino todo lo contrario.

La transformación principal de la película es similar a la de Un Hombre Lobo… si bien no tan conseguida. Las ideas de Baker para transformar rostros y miembros se basaban principalmente en dos técnicas neumáticas: una de ellas era el uso de vejigas de goma que se llenaban de aire, la otra el uso de jeringuillas interconectadas por tubos. Si bien en Un Hombre Lobo… se prescinde de la primera de ellas, obteniendo deformaciones precisas con la segunda, en Aullidos se explotó en exceso el uso del sistema de vejigas con lo cual la transformación resultante es más caótica y artificial: vemos hincharse el rostro sin que dé la sensación de que los huesos se estén deformando con algún propósito sino más bien de manera arbitraria. Y por desgracia, cuando por fin hacen uso del sistema de jeringuillas (o uno similar) el resultado es muy inferior al de Un Hombre Lobo...

La caótica transformación de las burbujas de aire diseñada por Rob Bottin.

El principal hándicap de Aullidos fue que se trataba de una película de bajo presupuesto y que se terminó sin tener del monstruo más que una cabeza y unas garras. Tras una pequeña inyección de presupuesto, una vez terminado el rodaje, se pudieron añadir y mejorar algunas escenas con un hombre lobo completo que sirvió para encarnar a los varios que se supone que hay en la historia. A pesar de lo cual sigue quedando en el metraje final alguna escena en las que para suplir la falta de presupuesto se usó stop-motion e incluso dibujos animados.

Lo mejor de la película es el diseño del hombre lobo, el cual supera al monstruo final de la de Landis, resultando espectacular incluso a día de hoy. No solo es bípedo siguiendo el patrón del monstruo clásico sino que es enorme, con hocico alargado y pies en forma de patas confiriéndole un aspecto lobuno muy realista e intimidatorio. Es lamentable que, para cierta escena hacia el final de la película, debido a la firme pero caprichosa negación de una de las actrices a aparecer transformada en mujer lobo, se tuviera que improvisar una versión “agradable” que acabó pareciendo un gato persa.

El espectacular y gigantesco hombre lobo de Aullidos.

Es interesante observar que, a pesar de ser del mismo año, las dos películas marcaron un antes y un después en las películas de hombres lobo, y que a pesar de las inevitables comparaciones, en este caso ninguna se impone de manera absoluta sobre la otra, siendo aún ambas títulos de referencia obligada. En mi ranking personal de películas de hombres lobo ambas comparten el primer puesto.

Señalar que aquel mismo año aparece un tercer título de interés aunque no se trata exactamente de una película de hombres lobo. Se trata de Lobos Humanos (Wolfen, 1981) que gira en torno al tema de los indios americanos, los espíritus ancestrales y la profanación de la naturaleza.


Continúa en Los Hombres Lobo de los 80s (II)   

domingo, 16 de marzo de 2014

El Planeta de los Simios


No recuerdo cómo, entre finales de los 70s y principios de los 80s, conocí El Planeta de los Simios, ni cuál de las películas fue la primera que vi o si quizás fue la serie de televisión (la de imagen real, no la de animación). Lo que sí recuerdo es que de niño me gustaban los simios e incluso tuve algún que otro tebeo de la colección El Planeta de los Monos de Ediciones Vértice – que, por cierto, alguien debería reeditar –. Con el tiempo supe que la película estaba basada en una novela francesa, La Planete des Singes (1963), y allá sobre finales de los 80s la encontré en una feria del libro, la edición en castellano de Orbis, y la compré.

Alguien debería volver a editar este material.

El libro no me decepcionó en absoluto, de hecho me gustó mucho, aunque – o más bien probablemente por ello – tenía algunas diferencias con la película protagonizada por Charlton Heston. La principal, y algo que tuve que meterme en la cabeza para desligarme del canon cinematográfico, era que los simios de Boulle eran chimpancés, gorilas y orangutanes reales y no aquellas semihumanas versiones que, debido a las limitaciones del maquillaje, protagonizaban las películas. Otra cosa importante era que aquellos simios reales vivían en un mundo real y contemporáneo, con sus grandes ciudades, carreteras, aviones, etc. El cuadro resultante era entre cómico e inquietante y en todo momento surrealista.

Dejando estos detalles de lado, el argumento, a grandes rasgos, viene a ser el mismo que en la película original (la de 1968) con la salvedad de que, al contrario que en aquella, El Planeta de los Simios no es la Tierra sino un planeta de otra galaxia, llamado Soror, que ha evolucionado de manera similar al nuestro.

El lector no tarda en identificarse con el protagonista, Ulises Merou, no en balde es el único personaje humano relevante, y es ahí donde reside lo mejor del libro, en la trampa que nos tiende Boulle, al convertirnos, de la mano de Ulises, en visitantes alienígenas en ese otro planeta: nos invita a contemplar lo absurdo y lo patético de su sociedad para que finalmente acabemos entendiendo que, metafóricamente en este caso, el planeta no es otro que la Tierra y que lo que el libro nos ofrece no es otra cosa que un retrato crítico de nuestra propia sociedad. Eso queda patente en el comportamiento en general de los simios, remarcado por las características propias que Boulle atribuye a cada una de las tres especies (chimpancés, gorilas y orangutanes), y especialmente en las conclusiones a las que el propio Ulises llega hacía el final del libro: la sociedad simia lleva cientos de años estancada en un eterno final de siglo XX sin que haya avances realmente significativos y en la que, a pesar de ocasionales excepciones perpetradas por chimpancés, no se hace otra cosa que escribir una y otra vez las mismas obras con ligeros cambios superficiales sin realmente aportar nada nuevo. De esta forma Boulle denuncia la perdida de la creatividad en nuestra sociedad moderna, de la originalidad en las ideas e incluso la falta del criterio propio en pos de la adopción, por pura y simple imitación, de ideas ajenas y patrones de conducta preestablecidos.

La edición de Orbis de 1986

Hay una parte del texto que me llamó mucho la atención y es cuando Cornelius le explica a Ulises que los simios habían llegado a la conclusión de que la razón por la cual el simio es "la única criatura de la creación en la cual se ha encarnado el espíritu” y ha evolucionado más allá que las demás especies es que tiene cuatro manos hábiles y le ha permitido el desarrollo de herramientas. Esa parte me remitía a una idea en el mismo tono que aparece en Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, gran libro por cierto, y en el que un marciano le dice a su esposa que los científicos del planeta han llegado a la conclusión de que es imposible la vida en el tercer planeta del sistema solar – la Tierra – porque hay demasiado oxigeno para ello. Son ideas interesantes que nos llevan a reflexionar sobre hasta qué punto podemos llegar a hacer conjeturas erróneas, aunque se basen en una línea de pensamiento lógica, al partir de premisas que, si bien son aplicables en nuestro caso, no son verdades universales.  

En definitiva, creo que El Planeta de los Simios es un muy buen libro, en la línea de títulos como La Máquina del Tiempo de H.G. Wells o Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, y al que no se le ha dado el reconocimiento que merece, quedando eclipsado por unas adaptaciones cinematográficas que han profundizado muy poco en él.

Sobre las películas he de decir que las que más me gustan, de la saga original, son las tres últimas (de cinco que son). Mis personajes favoritos eran los simios (estupendos Roddy Mcdowall y Kim Hunter) pero la estrella de la película es Charlton Heston, que no es un actor que me encante precisamente. La segunda película, Regreso al Planeta de los Simios (1970) es completamente anodina.

La tercera y cuarta película son, para mí, las más interesantes. Huida del Planeta de los Simios (1971) es una especie de versión inversa de la novela original de Boulle, donde Cornelius, Zira y otro chimpancé llamado Milo, llegan a "el planeta de los hombres". En algunas partes es incluso mejor adaptación del texto original que la película de Heston. Además, al igual que en el libro, la historia se desarrolla en un mundo moderno. La Rebelión de los Simios (1972) es continuación lógica de Huida... e igualmente incluye elementos que ya estaban presentes en la novela y que hasta aquel momento no habían sido adaptados.

Huida... presenta, invirtiendo los roles, muchas de las situaciones que aparecen en la novela.

La quinta película, La Conquista del Planeta de los Simios (1973), es flojilla pero entretenida, más que la segunda al menos, y sirve para establecer la situación en la que quedan ambas especies, simios y humanos, liderados por Caesar, el hijo de Cornelius y Zira, en lo que se supone un nuevo comienzo intentando evitar los errores que llevaron al futuro del que vinieron sus padres. Esta película es el punto de partida para los comics que en España editó Vértice en los 70s. También señalar sobre esta película que la edición en DVD tiene un doblaje que no es el original.

Posteriormente se hicieron un par de series de televisión. En la primera de ellas, El Planeta de los Simios (1974), Roddy Mcdowall volvía a interpretar a un chimpancé, sin conexión con Cornelius o Caesar esta vez. Es complicado situar esta serie dentro de la continuidad ya que en principio podría parecer que continúa a la quinta película ya que, aunque los humanos son esclavos de los simios, saben hablar. Sin embargo hay referencias a humanos llegados del espacio antes que los protagonistas, lo cual parece apuntar a la primera película de la saga. La segunda serie fue de dibujos animados, Return to the Planet of the Apes (1975), y no se estrenó en España. Estas series duraron catorce y trece episodios respectivamente. 

Tras todo esto, los simios estuvieron ausentes de las pantallas durante muchísimo tiempo, periodo en el cual descubrí la novela, momento desde el cual siempre esperé que alguien se animara a hacer una adaptación fiel para el cine. Entonces, en 2001 los simios volvieron al cine, de la mano de Tim Burton, y si ya me suponía una decepción que no se optara por la adaptación del texto original sino por una especie de remake, encima la película tampoco resultó precisamente muy buena. Eso sí, y es algo que me parece muy importante señalar, no todo en la película es malo: tiene el mejor simio, el más realista, que he visto hasta el momento en ninguna de las películas y es que la interpretación de Tim Roth, así como el  maquillaje creado para su personaje, el general Thade, es simplemente sublime.

Tim Roth caracterizado como Thade.

En cualquier caso Tim Burton dista mucho de ser el director ideal para una adaptación fiel al libro y quizás ni siquiera Hollywood se pudiera permitir hacerla. La historia original requiere escenas muy crudas, y desnudos. No sé, para algo así se necesitaría, creo yo, un director como Terry Gilliam o quizás, no lo tengo claro, Paul Verhoeven.

Lo mejor de la versión de 2001 fue la interpretación de Tim Roth.

Finalmente, en 2011, se vuelve a la carga con El Origen del Planeta de los Simios, que según IMDB, por ahora, aunque dudo que siga así, está integrada en la continuidad de la saga originada por la cinta de 1968. Desde el principio tuve claro que podía olvidarme de la adaptación y, a pesar de ello, y quizás por lo incipiente de la historia que cuenta, estuve abierto a que fuera una buena película y de hecho, en cuanto vi los primeros trailers, aposté por ella.

La historia viene a ser una nueva versión de La Rebelión de los Simios, aunque esta vez apenas queda en ella nada de la novela pero sí que mejora ciertos aspectos de la misma, con la idea del virus que justifica el alzamiento de los simios y, a la vez, la caída de la especie humana. Y, de momento, está abierta a ser encauzada en la línea de la novela. Me pareció una muy buena película con un solo aspecto que me disgustó, y es que especialmente en el caso de Caesar, el chimpancé protagonista, se ve muy claramente que se trata de un personaje generado por ordenador. Es una pena porque como digo más arriba, el trabajo de Tim Roth en la de Burton era simplemente sobresaliente y creo que se debería haber optado una vez más por actores maquillados para los planos cercanos.

La versión digital de Caesar que aparece en la película de 2011.

Ahora solo queda esperar la secuela, El Amanecer del Planeta de los Simios, que se estrena este mismo año, y ver que derroteros deciden seguir.

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