jueves, 17 de octubre de 2019

Joker, why so serious?


Ante el arrollador éxito que estaba teniendo Joker, no podía sino esperarla con mi habitual escepticismo y cautela. Y es que lo primero que hice desde que vi los primeros adelantos fue mentalizarme de que debía quitarme de la cabeza la imagen icónica que tenía del Joker, la de los comics. Me preparé para eso, estaba dispuesto a ver una película sobre un tipo al que le van muy mal las cosas, hasta el punto de padecer ciertos desórdenes mentales, y que todo ello acabaría llevándolo a convertirse en un lunático psicópata vestido de payaso. Y que probablemente no sería el Joker pero que eso no impediría que fuera una buena película o incluso una gran película. Lamentablemente, tras haberla visto, no puedo verla de esa manera.

Tengo que reconocer que, en los últimos quince minutos de la película o así, sí que veo un proto-Joker, y que incluso me creo el resto de la película como antesala a eso, pero la duda que me asalta es un “¿era necesario?”. Y es que lo que esperaba era un desarrollo en profundidad, ser testigo de una progresiva caída en picado a través del sufrimiento, un descenso a los infiernos que culminara con la cordura del personaje hecha añicos. Pero no es lo que la película me da. Aunque parece pretenderlo, se queda en algo muy, pero que muy, superficial.

Y es que cuando nos asomamos a la historia, al principio de la película, el personaje ya está seriamente perjudicado. Sí, le vemos pasar algunos malos momentos, pero que solo son las últimas gotas que colmarán el vaso. Nos enteramos tarde de algunas cosas que le ocurrieron antes y explican el porqué de cómo es, cosas que él ni siquiera recuerda o sabe, pero que nos llegan como simples apuntes sin la suficiente carga emocional. Pertenecen a un pasado al que no hemos sido invitados. Cuando empieza la película ya hemos llegado tarde al origen de este personaje.


Así que, en lo que vemos durante la mayor parte del metraje, ignorando ese supuesto bagaje anterior que lleva el personaje, no hay suficiente drama, carga emocional, profundidad, para comprender o empatizar en manera alguna con él. Además, se les ocurrió la idea esta de que Arthur, que es como se llama el personaje, padece un trastorno que le hace reírse en situaciones de estrés, lo cual en principio podría parecer algo muy apropiado para un personaje como el Joker, pero que en la película no hace otra cosa que ejercer de deus ex machina para sortear las deficiencias del guión. Igualmente ocurre con la idea de que el personaje tiene  alucinaciones, algo que queda circunscrito a la micro subtrama de la chica y sus tres o cuatro escenas, y que realmente no aportan gran cosa al argumento más que para servir de relleno.

En definitiva, se nos ha vendido la película como lo que podría haber sido pero no consigue ser, una historia dramática que explicaría un posible origen para este Joker. Fracasa en ello y se hace especialmente evidente cuando requiere que sea el propio personaje quien nos de la supuesta explicación con el monólogo que suelta en la parte final, durante la entrevista con el personaje interpretado por Robert De Niro.

¿Qué sentido tiene hacer una película supuestamente basada en un personaje de cómic como es el Joker, en el tono que se ha hecho esta, tan al margen de los elementos del cómic, en un supuesto ejercicio de introspección que pudiera aportarnos una perspectiva más profunda si al final lo único que nos queda claro es que el tipo está tocado? ¿A alguien se le escapa eso cuando ve al Joker en cualquier otra representación del personaje?

No me cabe duda de que está película va a quedar para siempre como una de las mejores películas basada en personajes de DC. Que se alabará  durante años la interpretación de Joaquin Phoenix y que incluso quizás consiga algún oscar. Pero, siempre en mi opinión, ni es la gran película que muchos creen ni es el tipo de película que el cine basado en comics de superhéroes necesita.



viernes, 11 de octubre de 2019

Deep Fakes: ¿El Futuro del Cine?

Hace semanas ya me planteé hablar de este tema, pero lo deje pasar mientras escribía otro artículo que aún tengo en preparación. La cosa es que en estos días se está haciendo muy popular un video en el que vemos escenas de El Resplandor (1980) donde se ha reemplazado de manera asombrosa la cara de Jack Nicholson por la de Jim Carrey hasta el punto que hay quienes han creído que efectivamente Carrey ha recreado dichas escenas. No es así. Es lo que se llama un DeepFake.


La primera vez que me encontré con el termino Deep Fake fue hace unos meses viendo una entrevista al actor Bill Hader durante la cual hacía imitaciones de Arnold Schwarzenegger. Lo desconcertante fue que su rostro cambiaba, se hacía idéntico al de Schwarzenegger. No era la primera vez que veía como un actor cambia su rostro al imitar a otro. En concreto me venía a la memoria Jim Carrey imitando a Clint Eastwood. Sin embargo, lo que estaba viendo en ese video estaba a otro nivel, simplemente aquello no era posible, tenía que ser un montaje. Y efectivamente fijándome bien en el título del video encontré la palabra clave: Deep Fake. Aunque ahora, viendo el video, me resulta obvio, antes de eso jamás había visto un montaje de ese tipo. Y es que ahí radica el mérito del Deep Fake: lo que se puede hacer con él es simplemente asombroso.

El Deep Fake se lleva a cabo mediante un programa que estudia en distintas escenas y posturas los rostros de los actores con los cuales se va a trabajar, uno el actor original de la escena y el otro del cual se va a tomar el rostro. El programa aprende a reconocer los rostros, sus formas, para adaptar de manera precisa una máscara digital creada con el rostro de uno a los gestos, muecas, etc. del otro. Aunque lo lleva a cabo un programa sigue precisando de ajustes y decisiones por parte de la persona que crea el Deep Fake con lo cual, aunque es algo al alcance de cualquiera, no todos los Deep Fakes tienen la misma calidad. Los mejores Deep Fake que podemos encontrar en Youtube a día de hoy es el trabajo del usuario Ctrl Shift Face, responsable tanto del video de Jack Nicholson con la cara de Jim Carrey como del de la entrevista a Bill Hader con el rostro de Schwarzenegger. Invito a visitar su canal porque tiene cosas muy interesantes.

Probablemente a día de hoy se podría hacer mejor con Deep Fake ¿Quizás en el Episodio IX?

Parece ser que Deep Fake fue el método que se utilizó para crear a la joven Carrie Fisher que aparece en Star Wars: Rogue One (2016) aunque en el caso de Peter Cusching creo que se optó por otro sistema ya que según tengo entendido recrearon el rostro del actor digitalmente a partir de moldes de su rostro que se hicieron para crear las protesis que llevaba en la comedia Top Secret (1984). Sin embargo, tan solo tres años después parece ser que Deep Fake se basta para hacer algo así.

Y aquí viene la cuestión: el futuro del Deep Fake, sus posibilidades y sus repercusiones morales. Por lo pronto, el primer problema es la suplantación de identidad. Porque es que, además, a día de hoy existe software que permite clonar voces. Ya no podremos confiar en lo que vemos en televisión. Cualquier personaje famoso, cualquier político, podría aparecer diciendo toda suerte de disparates que realmente no hubieran salido de su boca. Se podría falsificar cualquier video. De hecho, está ocurriendo que hay quienes usan el Deep Fake para poner los rostros de actrices famosas en videos pornográficos.
 
Y de vuelta a la industria legal del entretenimiento, ahora mismo sería perfectamente factible hacer una película protagonizada por, por ejemplo, Humphrey Bogart o Marilyn Monroe. No solo Harrison Ford podría volver a interpretar un Indiana Jones de treinta y cinco años, sino que el personaje podría continuar protagonizando películas incluso cuando el actor fallezca. Podríamos ver una película de Star Wars que transcurriera entre La Guerra de las Galaxias (1977) y El Imperio Contrataca (1980) con los actores originales.


¿Sería ético hacer películas con la imagen de actores fallecidos? ¿Lo sería incluso cuando ellos hubieran dado su permiso antes de su muerte? ¿Cuál es el futuro de la industria cinematográfica si los estudios pueden comprar los derechos de imagen del atractivo físico de un actor o actriz con el fin de perpetuarla como estrella a base de ponerle su rostro a buenos actores que permanecerían en el anonimato? Sería un poco como lo del Pirata Roberts de La Princesa Prometida (1987): “yo no soy el auténtico Brad Pitt, y el Brad Pitt que hubo antes que yo tampoco lo era. El auténtico Brad Pitt lleva treinta años retirado en Las Bahamas”. Es más, digo Brad Pitt pensando en una estrella consolidada, pero es que Hollywood podría optar, de cara al futuro, por crear nuevas estrellas eternas a partir del físico de perfectos desconocidos.
 
Y eso sin tener en cuenta el futuro del mercado del software de entretenimiento: los videojuegos. Gracias a la realidad virtual, en el ciberespacio, podríamos tener el aspecto de cualquier estrella de cine cuyo rostro se adaptaría al nuestro mediante la misma tecnología Deep Fake. Y eso podría ser incluso el trabajo de aficionados de la misma forma que hoy día hacen mods para los juegos, con lo cual quizás tampoco se podría impedir. Como se suele decir, sería intentar ponerle puertas al campo.

Hay una película interesante sobre el tema, protagonizada por Robin Wright, la protagonista de, casualmente ya que hablabamos de ella más arriba, La Princesa Prometida. La película se llama El Congreso (2014). La película empieza muy bien pero gran parte de ella es animación y con ello, para mi al menos, se desaprovecha mucho de lo que podría haber sido si se hubiera hecho completamente en imagen real. Pero bueno, la premisa, como digo, resulta interesante.

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