viernes, 15 de febrero de 2019

Species - Especie Mortal


Desde que la vi en la época de su estreno tuve claro que Species (1995) era una película mediocre. Y es que no nos engañemos, las principales bazas de la película eran los desnudos de la bella Natasha Henstridge y que el diseño de la criatura era de H.R. Giger, el creador del diseño de Alien (Alien, 1979). Especialmente esto último delataba la mediocridad del proyecto: no puedes volver a crear Alien. Lo más parecido en ese sentido que tuvimos fue Predator (1987) y precisamente funcionó no solo por un buen diseño sino porque, además, igualmente innovaba. En ese sentido Species fracasa, precisamente por volver a contar con Giger y hacerlo para que haga una criatura excesivamente parecida al Alien original.

Además, cuenta con un reparto coral de buenos actores, quizás buscando la analogía con el reparto protagonista que interpretaba a la tripulación del Nostromo. Sin embargo, en este caso, se ve a los actores bastante perdidos en un guión que no les da oportunidad de lucirse. Dejando a un lado a la algo insulsa pareja protagonista compuesta por Marg Helgenberger y Michael Madsen, nos encontramos con un especial empeño en que nos agrade el personaje de Forest Whitaker, a Alfred Molina en un personaje totalmente irrelevante y, lo peor de todo, a un actor como Ben Kingsley totalmente desaprovechado en un personaje que ni siquiera está mínimamente desarrollado.

A pesar de Giger, la criatura está muy lejos de contar con un diseño elegante como el de Alien

Pero lo peor de todo es… que podría haber sido una buena película. Si se hubieran olvidado de los diseños clónicos de Giger y de querer replicar la formula Alien. Y la clave está en un concepto que se menciona varias veces durante la película pero que pasa bastante desapercibido: ¿Y si la parte depredadora de la criatura - que responde al nombre de Sil - no es la parte alienígena?
 
Recordemos: la trama va sobre cómo, en respuesta a la información enviada en la sonda Voyager I, se recibe una señal de radio desde el espacio conteniendo información para combinar ADN alienígena con humano. Y de cómo la criatura híbrida resultante escapa cometiendo todos estos asesinatos siguiendo sus instintos. Y en la propia película se da entender que es posible que lo que convierte a Sil en ese depredador psicópata es el ADN humano combinado con el hecho de que haberla criado en el entorno aséptico del laboratorio, sin apenas trato o afecto humano. Eso está ahí, en la propia película, pero en un segundo plano en el que pasa casi desapercibido. El diseño de la criatura, decisivamente aterrador, no ayuda precisamente a contemplar una línea argumental en esa dirección.
 
Sil: una guapa rubia cuyo instinto la lleva a buscar con quien aparearse. ¿Seguro que es Ci-Fi?.

¿No habría sido estupendo que efectivamente la película hubiera tratado sobre una honesta ofrenda por parte de una civilización alienígena - y no un caballo de Troya - que acaba convertida en esta criatura psicopáta debido al trato que se le ha dado durante su corta vida en el laboratorio? ¿Qué se hubiera explorado más a fondo eso en vez de convertirla en un cliché de monstruo asesino?
 
Quizás la idea original de la película fue esa y acabó convirtiéndose en lo que vimos por exigencia de la productora que quería convertir la película en otra cosa, en ese nuevo fenómeno Alien del que hablábamos al principio. Realmente no sabemos si es el caso pero si que es algo que suele pasar en Hollywood destrozando buenos planteamientos originales.
 
La película tuvo cuatro secuelas, todas ellas definitivamente empeñadas en perpetuar el enfoque de la original pero además con menos calidad técnica. A no ser que alguien decida hacer un remake cambiando el enfoque podemos olvidarnos sin problema de esta saga. O quien sabe, quizás alguien en algún momento retome esas ideas desaprovehcahas en algún otro proyecto.

miércoles, 6 de febrero de 2019

El Hombre sin Sombra (Hollow Man)


El Hombre sin Sombra (2000) es la que, para mí, a día de hoy, resulta la película sobre El Hombre Invisible definitiva a pesar de no ser una adaptación de la novela de H. G. Wells – referente ineludible - sino una historia completamente original.  Digo definitiva no porque me parezca inconcebible que se haga algo mejor, sino porque creo que en general, la mayor parte de lo que veamos en un futuro sobre hombres invisibles, probablemente estará por debajo o, en el mejor de los casos, no aportarán mucho más. Es una película de Paul Verhoeven, un director sin especial devoción por la ciencia ficción pero que ha acabado dándonos joyas del género como Robocop (1987), Desafio Total (1990) y esta película de la que hablamos.

Durante la época en la que se estrenó no debía yo estar muy al tanto de las películas que se estaban haciendo o quizás, simplemente no le di importancia a alguna fugaz noticia que pudiera leer sobre una nueva película sobre el hombre invisible. El caso es que los tráileres en televisión anunciando su estreno me cogieron por sorpresa. Y más aun lo que acabé viendo en el cine.

El espectacular "hombre muscular"

Ya en la novela de Wells en un par de ocasiones describe lo paulatino del proceso de hacerse invisible - o visible -, por etapas (piel, músculos, órganos y huesos) y resultaba algo sumamente interesante de ver en una película sobre el tema. Era lógico pensar que gracias a los CGI acabaríamos viéndolo de una forma muy realista, pero a mi particularmente me cogió por sorpresa que ya se pudiera hacer en aquel año 2000 tal como se hizo. Lo vemos hasta en tres ocasiones, dos para el protagonista y una para el gorila con el que experimentan. Y resulta espectacular ver como se mueven los músculos de manera coherente. Incluso podemos reconocer el rostro de Kevin Bacon en el “hombre muscular”. Sin embargo, ahí no queda todo lo excepcional de la película.

El propio título original supone una declaración de intenciones (Hollow significa Hueco). El hombre invisible va a ser visible para el espectador durante todo el metraje. Lo veremos definido por aquello que lo envuelve, que lo rodea, que lo cubre: por la ropa “hueca” que lleva puesta, por la máscara de cuencas oculares vacías, cubierto de sangre, rodeado de humo o debajo del agua. Y es que al margen de todas las fantasías que puedan venirnos a la cabeza sobre las posibilidades de un poder como la invisibilidad, desde un punto de vista plástico, artístico, nada resulta más fascinante que contemplar cómo ese cuerpo invisible, que aparentemente no está, deja huella en su entorno.

El "hombre burbuja" resultante cuando Sebastian se sumerge.

Si hubo una escena que particularmente se me quedó grabada cuando de pequeño vi por primera vez El Hombre Invisible, protagonizada por Claude Rains, fue aquella en la que el hombre invisible corretea por la habitación mientras se va desvistiendo de manera que solo vemos una camisa moviéndose sola en el aire. El guionista Alan Moore demuestra ser consciente de la fascinación que despierta dicha escena cuando dedica las nueve viñetas de una de las páginas de La Liga de los Hombres Extraordinarios a simplemente ver como se viste el hombre invisible y las de otra en la que vemos como usa maquillaje para hacerse visible. Algo que el dibujante Kevin O’Neil efectivamente resuelve con eficiencia y espectacularidad.

Todo esto es lo que nos ofrece El Hombre sin Sombra durante todo su metraje, de manera realista, natural, sin forzar las situaciones y quedando claro que no se ven restringidos por presupuesto o imposibilidades técnicas. Que fue precisamente donde falló el antecedente inmediato de esta película, Memorias de un Hombre Invisible (1992), protagonizada por Chevy Chase y una preciosa Daryl Hannah. El problema de aquella película fue básicamente que tenía un argumento insulso al servicio de los efectos especiales. Daban muestras de todo lo que se podía hacer con CGI en una película sobre un hombre invisible pero las situaciones a menudo resultaban forzadas, y que el presupuesto no era precisamente holgado, algo que, además, posiblemente, jugó a favor de tener a un actor como Chase en pantalla: aunque el personaje es invisible, cuando la escena no está expresamente para pavonearse con los efectos especiales, vemos al actor. No sé, a mi particularmente siempre me dio la sensación de que era una especie de catálogo de efectos especiales de invisibilidad.

Elisabeth Shue, Josh Brolin y Kevin Bacon.

Volviendo a El Hombre sin Sombra, a Kevin Bacon no le importa que su rostro no se vea en pantalla durante parte del metraje, aunque está siempre presente. Además, su personaje, Sebastian Caine, es un personaje con carisma, magnetismo, que hace difícil olvidar a Bacon. Completan el trio protagonista una siempre solvente Elisabeth Shue y un Josh Brolin cuyo personaje es meramente funcional, sin destacar especialmente.

Hubo secuela, directamente para formato doméstico, extrañamente producida por el propio Verhoeven, y con un hombre invisible interpretado por una escueta participación de Christian Slater que deja mucho que desear en comparación con el trabajo de Bacon. La película resulta simplemente aburrida y carece de la espectacularidad de la original. Y es curioso que no aprovechen cierta escena de El Hombre sin Sombra que precisamente daba juego para una secuela. En el lado positivo quizás no deberíamos perder la esperanza de que esa secuela llegue a rodarse contando además con la participación de Elisabeth Shue, Josh Brolin y Rhona Mitra.

Claramente podemos identificar a Kevin Bacon durante el proceso

Concluyendo, como dije al principio, El Hombre sin Sombra es una buena película, definitiva probablemente en ese subgénero dentro de la ciencia ficción que sería el de los hombres invisibles. Por encontrarle algún defecto una escena en la que Sebastian se deshace con extrema facilidad de lo que parece ser la piel quemada. Pero en general una buena película que a mi, por ello, se me antoja corta. Creo que podría haber tenido un poco más de metraje centrado en las excursiones y villanías de Sebastián y quizás por ello hubo edición especial en la que se incluyeron algunos minutos que extendían dichas escenas.


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