jueves, 27 de octubre de 2022

La Sirenita y la Inclusión

La Sirenita Action Live

Este no iba a ser un artículo sobre La Sirenita, la nueva versión de Disney de su clásico. Es un artículo que se ha ido gestando en las últimas semanas o incluso meses, pero efectivamente la situación actual en torno a La Sirenita resulta ideal para exponer lo que vamos a tratar en él. Así que vamos a empezar por ello.

Una gran parte del público ha hecho patente en las redes su rechazo al hecho de que la nueva versión en imagen real de La Sirenita vaya a estar protagonizada por una actriz negra, Halle Baley. Como suele pasar, automáticamente esto se ha catalogado por otra gran parte del público como una reacción racista. Aun cuando los motivos de la protesta realmente no lo son en absoluto. Y es que, aunque la percepción (muy) superficial del asunto es que “la gente se está quejando porque es negra”, e incluso aun cuando haya quien haya formulado su queja así, literalmente de esa manera, el motivo real no es sino el hecho de que se está cambiando al personaje original. No es nada en contra de una protagonista negra, o de que una sirena sea negra, sino simplemente de que están cambiando a Ariel, el personaje del clásico Disney La Sirenita de 1989, que era blanca y pelirroja. Tan simple como eso, el mero hecho de cambiar al personaje. Hay un público que no quiere esos cambios, simplemente porque aman al personaje del clásico original tal como es.

La razón por la que se hacen estas versiones, remakes, reboots es porque hay una marca con unas ciertas garantías de éxito, un público fiel que da soporte a esa marca, y que es el que ha hecho que la marca perdure. Por eso se está haciendo una versión de imagen real de La Sirenita y todos los demás clásicos Disney en vez de invertir en ideas nuevas. No puedes volver a conseguir el mismo éxito, la misma taquilla, estrenando de nuevo La Sirenita de 1989, porque la gente ya la ha visto, no sería novedad. Pero, partiendo de la idea de que aquella película conserva las claves del éxito que una vez tuvo y que ha hecho que la gente la adore durante los últimos treinta años, lo que se busca es una forma de volver a venderle el mismo producto cambiando algo que la convierta en un producto nuevo, que merezca la pena a ir a verla de nuevo. Y en este caso es trasladarla a imagen real. Pero es que no funciona así, una marca, un título, no tiene un poder mágico inherente para convocar al público, sino que lo que realmente se hace es apelar a ese público que ya es fan, fiel a la marca. Y, si se hace eso, hay que cumplir con él y no es ya una cuestión del respeto hacia ese público (que también) sino de algo tan simple como que, si no se hace, ese público no solo puede retirar su apoyo a la marca, sino que va a ser el más crítico con el nuevo producto: esto no es otra historia de sirenas, es Ariel, La Sirenita de 1989, y la gente sabe exactamente cómo es.

La Sirenita Original

Y es un problema serio que no se sepa entender esto, que no se sepa identificar cual es el quid de la cuestión. Y esto queda patente cuando lees argumentos a favor de esta nueva versión como el de que las sirenas son personajes ficticios, que no existen, y que cada cual puede imaginarlos como quiera. Esta es una respuesta basada en una falacia del tipo hombre de paja: no se argumenta en contra de la objeción real, sino en contra de una distorsión de ella. Efectivamente las sirenas son personajes de ficción y cada cual puede imaginarlas como quiera, pero insisto, es que el problema con La Sirenita no es cómo son las sirenas, sino es cómo es Ariel. Si Disney en vez de hacer una película en imagen real de su clásico La Sirenita, hubiera hecho una película con una historia distinta, original, en torno a una sirena, como hizo en su día con 1, 2, 3, Splash (Daryl Hannah, Tom Hanks) nadie se estaría quejando de que la sirena protagonista fuera negra. Ojo, con esto no estoy diciendo que hoy día Disney pudiera hacer un remake de Splash porque en ese caso tendría los mismos problemas por el mero hecho de ser un remake, independientemente de si la protagonista fuera negra o blanca y rubia. Muchos no queremos remakes de cosas que no lo necesitan. Dicho esto, se pueden seguir contando historias originales con sirenas como protagonistas, que estas sean se cualquier raza y el público no va a protestar por ello.

Algo que es conveniente puntualizar: el racismo existe e inevitablemente, si tienes a muchísima gente quejándose por algo como esto de La Sirenita, entre esa gente habrá quienes efectivamente tengan esos prejuicios racistas y se dejen llevar por ellos. Pero no se puede poner el foco en ellos como si fueran representativos de ese rechazo general cuando, como digo, no obedece a un prejuicio racista.

Esto mismo que ha estado pasando con La Sirenita también se ha estado dando con otros productos como las nuevas series de Juego de Tronos: La Casa del Dragón, El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder, Entrevista con el Vampiro, etc. El problema una y otra vez es exactamente el mismo: se coge algo apelando precisamente a esa devoción por parte del público por esas marcas, historias, personajes… y entonces se les cambia algo. En estos casos la raza de personajes que ese público conoce bien. E insisto, el problema no es la raza en sí, el problema es el cambio. Si mañana cogieran la Estatua de la Libertad y la pintaran de amarillo la gente se quejaría, no porque el color amarillo tenga nada malo, sino por cambiar algo que la gente ama tal como es.* En el caso de Entrevista con el Vampiro es particularmente interesante teniendo en cuenta que Louis en la novela era un terrateniente sudista que tenía una plantación con esclavos. Creo que han tenido que cambiar todo eso.

Entrevista con el Vampiro

En el caso de la nueva serie de Juego de Tronos se ha optado por hacer de raza negra a un personaje que pertenece a una raza cuyo aspecto estaba basado en un tópico de la fantasía medieval, el del personaje pálido y cabellos blancos que podemos encontrar en personajes como Nekron de Tygra, Hielo y Fuego (1983) o el Elric de Melniboné de Michael Moorcock. Y que derivan de la idea de personajes albinos. Y aunque George R. R. Martin no dijera esto explícitamente, es lo que se desprende de su obra y tal como los lectores de su obra lo habían interpretado hasta ahora. Teniendo en cuenta que precisamente en Juego de Tronos hay gran variedad de razas, la inclusión de actores negros era sencilla… ¿Por qué poner a un actor negro interpretando precisamente a un personaje de una raza que, teniendo en cuenta lo expuesto, el público en general no la habría podido imaginar más opuesta? En este caso concreto, en mi opinión, se buscaba la polémica deliberadamente porque eso se convierte en publicidad para el producto.

Cualquier idea o causa que sea susceptible de movilizar gente es una más que probable forma de hacer dinero. Y, muchas de ellas, también de utilizarse con fines políticos. Esto acaba desembocando en que causas que, en principio, son justas y nobles acaben siendo pervertidas con el fin de ser explotadas. Es lo que está ocurriendo en muchos de esos movimientos pro inclusión que tienen, en principio, como fin, hacer de esta una sociedad más inclusiva, más tolerante, y, en definitiva, una sociedad mejor. Son movimientos que apelan a la buena voluntad de gente, a su empatía, a la búsqueda de justicia, pero también, no nos olvidemos, a algo tan primario como al sentimiento de pertenencia que tenemos los seres humanos, de formar parte de algo más grande que nos acoja, que nos ayude a definirnos como persona, y a sentirnos trascendentes, que somos importantes y hacemos cosas que importan.

Una sociedad mejor, más tolerante, de igualdad, es efectivamente, posible. Pero incluso en estas actuaciones que presuntamente se mueven a favor, hay a quienes no les interesa que se llegue a ello, no les interesa la muerte de la causa por éxito, porque si desaparece esa causa, si deja de existir esa lucha, se deja de hacer dinero. E incluso cuando no hay una explicita mala intención, no deja de existir esa tendencia de aprovechar el momento comercial, el nicho de mercado que se crea: cualquier cosa que tenga que ver con estas causas vende. Y, como se suele decir, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Y deberíamos plantearnos si no es por esta la razón por la que continuamente se están dando en las redes discusiones en la que hay gente molesta por las decisiones que se están tomando en películas, series de televisión, comics, etc. y que en teoría lo que buscan es promover la diversidad. Si, efectivamente hay gente muy intolerante pero no todos aquellos que rechazan estas propuestas lo son, y eso se refleja en las opiniones y argumentos que se vierten. Y da la sensación de que, a veces, se podrían estar tomando según qué decisiones de forma premeditada para que acaben produciéndose esas confrontaciones. Satisfacen las demandas de estas causas y sus defensores y por otro lado acaban suponiendo una publicidad extra: lo peor que le puede pasar a una película o serie es que nadie hable de ella.

Corlys Velaryon

Que las empresas del mundo del entretenimiento tengan una agenda de inclusión es algo positivo. Aunque creo que nadie debería verse obligado a adoptarlas, que se decida hacerlo, participar en ellas, es positivo para el mundo en el que vivimos. Lo es que haya más personajes protagonistas de todo tipo, que sean un reflejo real de la diversidad humana, que todos tengamos personajes positivos, héroes, con los que podamos identificarnos, que nos inspiren, a los que admirar. Especialmente los niños. Pero, es más, creo que es algo con lo que una gran mayoría estamos de acuerdo. El problema viene cuando estas agendas vienen mal implementadas: si se quieren tener más películas o series protagonizadas por actores negros, orientales, hispanoamericanos, etc. adelante. La mayoría de los espectadores solo tenemos una exigencia: que nos cuenten buenas historias. Pero, como hemos visto, debería intentarse que fueran productos y personajes originales y no pasando sobre los productos que otros aman.

Lamentablemente en Hollywood hay una crisis de ideas muy grande: hoy día, más que nunca, se nutre principalmente de adaptaciones, remakes, secuelas y reboots. Títulos que tienen más poder de convocatoria que los de productos nuevos originales. Y que tienen personajes ya creados y establecidos. Con lo cual, continuamente, estas agendas de inclusión, se satisfacen a costa de cambiar a los personajes originales. Ese es el panorama actual, el de una gran cantidad de películas o series sobre cosas que ya se han hecho antes, pero en las cuales se cambian cosas, como la raza de algún personaje. Y eso está saturando al público hasta el punto de que ha acabado convirtiéndose en un meme: se anuncia una nueva película o serie que es un remake o una nueva adaptación y ya la gente especula jocosamente con cómo será el reparto físicamente. Pero esto no es gracioso. Porque estas continuas polémicas, que como digo benefician a la publicidad de estos productos, podrían acabar degenerando en verdaderos nuevos brotes de racismo. Se está fomentando la confrontación y la gente tiende a tomar posturas radicales.

Tal como yo lo veo, amparándose en lo que en un principio es una buena causa, se ha acabado generando una inmensa campaña de marketing, una moda, que distorsiona la realidad y no puede sino acabar perjudicando a la causa. Incluso se nos ha estado vendiendo una versión distorsionada de nuestro pasado, con campañas como las que hubo en torno a Wonder Woman (2017) y Black Panther (2018), según las cuales parecía que nunca hubo antes una superheroina o películas protagonizadas por actores negros. Por un lado, hay ahí un público que parece no tener memoria y se deja influenciar, pero hay otro, un público relativamente joven que no vivió los 80s o incluso los 90s y se puede creer que eso es verdad. Cierto es que pudo haber una mayor cuota de personajes protagonistas que fueran mujeres o personas de distinta raza… pero tampoco es lo que se ha estado vendiendo. Y a eso le vamos a dedicar un próximo artículo en el que intentaremos recordar y descubrir que efectivamente la inclusión no es algo nuevo.

*Aunque la Estatua de la Libertad originalmente era de color cobre, no tardó mucho adquirir su verde característico debido a reacciones químicas que crearon esa patina de oxido que además la protege. Y es así como la ha conocido todo el mundo durante generaciones. Al parecer hubo un momento dado donde se tuvieron los medios para devolverle su color original y simplemente la gente no quiso.

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