viernes, 18 de marzo de 2022

Hollywood Virtual

Audrey Hepburn CGI

Antes del CGI, durante los 80s y principios de los 90s, cada nueva película de fantasía o ciencia ficción podía sorprendernos. Era un momento en el que, gracias al desarrollo de nuevas técnicas y materiales, continuamente veíamos, en la gran pantalla, criaturas sorprendentes que nos hacían preguntarnos cómo se habían hecho. Muchas veces, desde el principio, quedaba claro que estábamos viendo, por ejemplo, un animatrónico, pero seguía existiendo la duda de cómo se las habían ingeniado para moverlo, para que no se vieran los cables, etc. y nos maravillábamos cuando, gracias a los honestos “Cómo se hizo…” de la época, descubríamos el truco. Es increíble, por ejemplo, como están animados los Gremlins (1984) y Gizmo, el personaje principal. Y la transformación de Un Hombre Lobo Americano en Londres (1981) sigue siendo la mejor transformación de un hombre lobo de la historia del cine y absolutamente desconcertante para cualquiera que vea la película por primera vez.

Con el CGI, poco a poco, esto cambió. Al menos para mí. La respuesta corta a todo era “está hecho por ordenador”. Sin ánimo de despreciar la técnica, que no está exenta de trabajo a muchos niveles, pero si en los 80s se podía pensar que algo era imposible de hacer (y entonces alguien lo hacía) eso se ha perdido. Hoy día si puedes imaginarlo puedes hacerlo. Además, el CGI vino anunciándose a bombo y platillo, como con Parque Jurásico (1992), con lo cual el elemento sorpresa desapareció. No volvió a sorprenderme una película en ese aspecto hasta El Hombre sin Sombra (2003) donde se recrearon en movimiento los huesos, músculos y demás órganos de un hombre invisible en su proceso de aparecer o desaparecer. Pero además había algo muy interesante y es que podías reconocer al actor Kevin Bacon en el rostro de músculos y huesos. Por supuesto la “trampa” es que no tenían que recrear el aspecto del actor tal cual, pero a pesar de ello resultaba muy interesante lo que habían hecho.

Kevin Bacon CGI en El Hombre sin Sombra

Y entonces llegamos a Capitán América: Civil War (2016). Y a mí una de las cosas que más me impactaron fue ver a una versión joven de Robert Downey Jr. Ahí sí que pensé que se había dado un salto enorme en cuanto a los efectos especiales digitales. Y después de eso llegaron Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2917) con un nuevamente joven Kurt Russell y Ant-Man y la Avispa (2018) haciendo lo propio con Michael Douglas.

Paralelamente apareció el Deepfake, una técnica con la cual una IA analizaba un montón de imágenes del rostro de una persona para acabar implantándolo en otra persona en una secuencia en video. Y de repente podías ver al actor de una secuencia de una película reemplazado por otro. Y de una manera muy realista. Y además lo estaba haciendo gente en su casa, con sus ordenadores personales, sin la tecnología o el dinero del que disponen las productoras cinematográficas. Y en este momento hay que destacar el trabajo del usuario de youtube Shamook.

El final de la segunda temporada de la serie de Star Wars: The Mandalorian nos reservaba una sorpresa muy especial y es que en él volvíamos a ver a Luke Skywalker, tal como aparecía en El Retorno del Jedi, protagonizando un emocionante rescate. Estuvo genial, pero hubo una pequeña pega y es que el rejuvenecimiento del rostro de Mark Hamill no estaba demasiado conseguido. El rostro de Luke se veía raro. Y entonces Shamook hizo su magia y en unos días tuvimos en youtube la misma escena, pero ahora aplicando la técnica Deepfake y mejorándola sustancialmente. Meses después Shamook fue contratado por Disney.

Luke Skywalker en The Book of Boba Fett

En la primera temporada de Star Wars: The Book of Boba Fett hemos tenido de vuelta a Luke pero esta vez no ha sido en una sola escena, sino varias, y el resultado es increíble. Casi como si el material se hubiera rodado con el Mark Hamill de hace casi 40 años. Y suponemos que han aplicado Deepfake, en vez de la técnica de rejuvenecimiento, y que Shamook ha estado implicado. Pero hay más y es que su voz ha sido creada con ayuda de una IA partiendo de grabaciones de Mark Hamill de la época. Es algo en lo que se está trabajando y cada vez va a ser más fácil ponerle a una persona el rostro y la voz de otra. Y estamos hablando de que cada vez va a ser más difícil saber si es verdad que alguien ha dicho o hecho algo, por mucho que haya videos para demostrarlo. Algo peligroso a lo que no se le puede poner freno porque, como se suele decir, no se le pueden poner puertas al campo. Pero en este artículo vamos a centrarnos en lo que podría implicar en el mundo del cines.

Y es que no me sorprendería si ahora mismo Disney estuviera negociando con, por poner un ejemplo, Harrison Ford para obtener derechos sobre su rostro y voz de cara a un futuro. Y es que algo como Indiana Jones podría convertirse en un producto sin caducidad. Podríamos ver nuevas películas de Indiana Jones, ambientadas en la misma época que las películas originales, con un Indiana Jones con la cara y voz del Harrison Ford de la época. Y en los próximos años Harrison Ford podría continuar aportando su interpretación con la voz y gestos faciales, pero es que esto podría continuar incluso más allá del día en que Ford fallezca. Ese es el quid de la cuestión. Y podríamos tener nuevas películas de Humphrey Bogart. ¿Imagináis a Indy pasando por el Rick’s Café? Sería posible.

Robin Wright en El Congreso

Hay una película que trata el tema: El Congreso (2013) de Ari Folman. La película se divide en dos partes, una de imagen real y otra animada. No me convenció mucho la parte animada (tengo que darle una segunda oportunidad) pero el comienzo de la película, en imagen real, resulta de lo más interesante: la actriz Robin Wright interpretándose a sí misma, recibe una oferta de una productora para que ceda sus derechos sobre su imagen y precisamente lo que argumentan es que el público quiere a la Robin Wright de La Princesa Prometida (1987). Volvería a protagonizar películas, pero ella no tendría que hacer otra cosa que cobrar.

Y esto abre debate: un actor vivo podría dar su consentimiento o no, pero ¿sería ético que se hicieran películas con estrellas de Hollywood ya fallecidas simplemente porque sus descendientes consientan en ello? No tengo claro que Marlon Brando hubiera estado contento con que se usara metraje suyo en Superman II: The Richard Donner Cut y es que no participó en la versión de Lester porque quería más dinero ¿Hasta qué punto sería menos ético que, por ejemplo, hacer una ilustración de fantasía basándose en Marilyn Monroe? ¿Qué hay del derecho al honor teniendo en cuenta que se podrían usar a esos actores interpretando a personajes que entraran en conflicto con las creencias o ideologías que el actor tuviera en vida o colocando a los personajes en situaciones comprometidas? El tema es peliagudo. 

Tarkin en Rogue One

Además, en un futuro en el que el mundo de entretenimiento tenga base en la realidad virtual (o eso que ahora algunos quieren llamar Metaverso), donde cada uno podamos tener el aspecto que queramos, la gente probablemente querrá tener el de actores, modelos, deportistas. En principio Hollywood podría no querer que cualquiera pudiera devaluar el caché de sus estrellas, como Brad Pitt o Angelina Jolie, protagonizando algún escándalo. Pero como hemos dicho más arriba no se le puede poner puertas al campo y la gente acabaría creando sus propios aspectos de sus ídolos. Así que Hollywood podría acabar sumándose a la hora de sacar beneficios y volvemos a lo mismo ¿Dónde queda la ética y el honor cuando alguien pueda hacer cosas con el aspecto de Marilyn Monroe? Porque ya no estamos hablando de un disfraz de carnaval. Ese es el problema. Pero no se vayan todavía que aún hay más.

Y es que Hollywood podría optar por crear sus propias estrellas desde cero. No nos engañemos, por muy buenos actores que sean muchos de los que vemos en cine y cobren sueldos increíbles, no son exponencialmente mejores que otros muchos actores que trabajan en televisión o teatro, y que simplemente no han tenido la ocasión de interpretar un papel que les dé a conocer. Lo vemos continuamente, actores de televisión o secundarios de cine que un buen día destacan en un papel y acaban siendo estrellas. Podemos der películas de los 80s y sorprendernos porque estrellas de hoy ya estaban ahí y en su momento pasaron desapercibidas hasta que les llegó “el papel”. Y cobran lo que cobran por el poder de convocatoria que tienen para llevar a gente al cine. Y es lógico: si gracias a ti, exclusivamente a que tú estés en una película, esta va a generar tropecientos millones más es lógico que reclames una parte de ellos y que la productora acceda a dártelos. Pero una de las primeras cosas que vende la película, aparte del nombre es el rostro. En un futuro Hollywood podría crear sus propias estrellas (rostro, nombre, tics, lenguaje corporal, etc.) y contratar buenos actores a los que poner debajo de la piel de estas estrellas inmortales. El próximo Tom Cruise podría ser un aspecto digital, un manual de cómo interpretarlo y un actor casi anónimo debajo. Un actor que tarde o temprano acabaría siendo sustituido por otro. Y todo esto dependerá de cómo el público responda.

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