domingo, 13 de octubre de 2013

¿Clark Kent o Superman?

Hace unos años la película Kill Bill Vol. 2 (2004) volvía a poner de moda un tema de debate que ha existido durante mucho tiempo en torno a Superman: ¿Cuál es la identidad verdadera y cual el disfraz? Bill, el personaje de David Carradine en la película, parecía tenerlo muy claro: Superman era la verdadera y Clark Kent el disfraz mientras que, según él, con personajes como Spider-Man o Batman era justo al contrario

Jonathan Kent y su hijo Clark

Es curioso que Bill mencionara justamente a Batman porque precisamente es quien encaja con ese esquema que él atribuye al último hijo de Krypton. Batman nace en el momento en el que Bruce Wayne, siendo un niño, es testigo del asesinato de sus padres. A partir de ese momento el joven Bruce enfoca su vida en dirección a convertirse en el luchador definitivo contra el crimen. Viaja por el mundo para prepararse en las distintas disciplinas que le serán útiles en su misión, su dedicación es exclusiva, no hay nada más en su vida.

El Bruce Wayne adulto simplemente no existe, es una fachada, la del multimillonario ocioso, filántropo y, en ocasiones, playboy. La máscara que esconde al vigilante. En el entorno de Bruce Wayne lo más parecido a una familia es Alfred, su mayordomo que a fin de cuentas es el que mantiene la coartada. Si, también tenemos a Dick Grayson, Jason Todd y Tim Drake pero están ahí meramente porque todos han sido Robin con lo que realmente son la familia de Batman, no la de Bruce. Y si tenemos en cuenta las relaciones románticas todos sabemos que personajes como Catwoman o Talia Al Ghul tienen mayor peso que una Vicky Vale que nunca ha dejado de ser un intento de trasunto de Lois Lane.
 
Batman y Talia Al Ghul
En cambio, aunque Clark Kent desde temprano empieza a manifestar algunos de sus poderes, la realidad es que se cría en la granja de sus padres en Smallville con todo el apoyo que estos pueden darle, con amigos como  Pete Ross o Lana Lang. Su primer amor habría sido Lori Lemaris a la cual, aún siendo ella una sirena, conocería como Clark Kent y la cual creería una chica normal hasta que se desvela su verdadera naturaleza.

Finalmente observando sus relaciones en su entorno adulto y trabajando para el Daily Planet tenemos un rico elenco de personajes secundarios humanos como Jimmy Olsen, Perry White, Lucy Lane, Cat Grant, José Delgado y, por supuesto, Lois Lane. ¿Realmente puede existir alguna duda de que la identidad real es la de Clark Kent? Es alguien al que un buen día le dicen que no es de este planeta pero que se ha criado como si lo fuera y que Krypton ya no exista no hace sino confirmar el hecho de que su mundo es este, el que le proporciona las relaciones que necesita cualquier ser humano: familia, amigos, pareja. Y esa es la razón por la que no debe sorprendernos que la mujer a la que ama sea Lois Lane, una persona normal como él. Quizás pueda parecer que la pareja ideal para Superman es Wonder Woman pero la amazona no es lo que Clark necesita.

Superman... larger than life

Clark tiene unos poderes, los que le otorga su fisiología kryptoniana en La Tierra, y sabe que su deber es poner esos dones al servicio de los demás. La única forma de hacer esto es usando un disfraz porque de no ser así perdería la posibilidad de tener una vida normal. Así pues, para la manifestación de sus poderes, de su legado kryptoniano, Clark adopta apropiadamente un traje con el que le rinde homenaje empezando por el glifo de su línea de sangre, el símbolo de La Casa de El pero, aún así, sigue siendo Clark Kent, usando esos dones que tiene, o ¿presume un pájaro cuando vuela?

Es Lois Lane quien le da el nombre de Superman, un nombre demasiado ostentoso que obviamente Clark jamás habría elegido para sí mismo y por el que la periodista lo bautiza desde la admiración que despierta esa suerte de dios todopoderoso que parece ser Superman. Y es ahí donde, una vez más, podemos entender que Superman no es la identidad real porque el concepto Superman quizás sea demasiado grande incluso para el propio Clark. No es infalible, no puede estar en todos los sitios a la vez y es harto posible que a veces el bueno de Clark no pueda cumplir las expectativas imposibles que la gente deposite en él. Creo que Clark podría decir algo así como lo que dijo una vez el actor Cary Grant: “Todo el mundo quiere ser Cary Grant, incluso yo quiero ser Cary Grant”. En ese sentido Clark hace lo que puede… y no es poco porque tiene la educación que los Kent le dieron, ese alma de boy-scout que en definitiva constituye el alma del personaje, lo que hace grande a Superman.

¿Es presunción que una persona haga las cosas que es capaz de hacer?
¿Presume un pájaro cuando vuela?

Quizás es uno de los fallos que tuvo la versión de Superman, The Movie (1978), por otro lado excepcional adaptación, el representar a Clark como el disfraz. Es curioso que en la saga protagonizada por Christopher Reeve solo veamos al verdadero Clark Kent en las escenas que transcurren en Smallville, interpretado, en su versión más joven, por Jeff East en la primera película y ya después no lo volvamos a vislumbrar, y muy muy levemente, hasta determinadas escenas compartidas con la Lana Lang interpretada por Anette O’Toole en Superman III. Posteriormente en otras adaptaciones en general siempre se ha apuntado a Clark como la identidad real.

jueves, 10 de octubre de 2013

En defensa del doblaje en España (II)


Viene de En Defensa del Doblaje en España (I)

A los americanos no les gustan los subtítulos

Para empezar el subtitulado tiene un hándicap: no es un elemento realmente cinematográfico sino que, al contrario que la banda de sonido, si supone un elemento añadido. Las películas no se hacen pensando que el espectador se vaya a pasar todo el metraje leyendo líneas de texto. Ningún director comercial americano, a pesar de conocer la proyección mundial de la industria de su país, dirige los diálogos de sus actores acordándose del espectador-lector extranjero.

Que el subtitulado es un elemento extraño dentro del lenguaje cinematográfico queda patente, por ejemplo, en el hecho de que en USA, la mayor parte de las veces, no subtitulan sus propias películas en momentos en los que si deberían hacerlo: hay películas americanas en las que los protagonistas, personajes americanos, están en algún país en el que el idioma no es el inglés, y aparecen personajes secundarios de dicho país hablando entre ellos en inglés aún cuando los protagonistas no están presentes en la escena. A veces incluso cuando los actores que los interpretan son de dicha nacionalidad.
 
Vicky Cristina Barcelona (2008)
Javier le pide reiteradamente a Penélope que hable en inglés delante de
Scarlett Johansson ya que si no los espectadores americanos no entenderán nada.

Mayor es el problema en las películas donde absolutamente ninguno de los personajes debería hablar inglés ya que los actores tendrían que aprender sus frases en el idioma correspondiente. Es el caso, por ejemplo, de la película La Misión (1986), protagonizada por Robert DeNiro y Jeremy Irons y en la cual los personajes deberían hablar en español y portugués a pesar de lo cual su versión original es en inglés. Si nos paramos a pensar en unos momentos nos daremos cuenta de la magnitud del problema en cuestión: Doctor Zhivago (1965), Scaramouche (1952), El Cid (1961), Quo Vadis (1951), por citar algunos títulos de una lista interminable. Comercialmente, en Estados Unidos, es inviable. A veces se ha hecho, como cosa curiosa, como ocurre con La Pasión de Cristo (2004) o Apokalipto (2006), ambas de Mel Gibson, pero la industria tiene bastante claro que los subtítulos no son gratos.

Es decir, en Estados Unidos, donde está la llamada meca del cine, el país cuya producción cinematográfica ocupa el grueso de nuestras carteleras, no se consideran los subtítulos como un elemento cinematográfico más y desde luego tampoco como algo necesario. Les parece más apropiado que los personajes hablen el idioma del espectador, en este caso el inglés, independientemente de lo ilógico que esto pueda resultar, a que hablen otra lengua y esta aparezca subtitulada. Los subtítulos son, por su propia naturaleza, un elemento distanciador: en La Guerra de las Galaxias (1977), es interesante observar que personajes protagonistas pero ininteligibles como son Chewbacca o el androide R2-D2 no son subtitulados mientras si lo son personajes alienígenas como Jabba, Boba Fett o Greedo los cuales si tienen una lengua parecida a la humana: el subtitulo se utiliza expresamente para hacer distantes a estos personajes cuya lengua no debería sernos más extraña que la de los propios protagonistas, los cuales tampoco hablan ninguna lengua que se hable en nuestro planeta.

Jabba el Hutt acoge a todo aquel que no sepa o quiera hablar inglés en esa galaxia muy lejana.

Por otro lado, si el espectador se pasa la película leyendo los rótulos, se está perdiendo otros elementos en pantalla, que pueden ser tanto gestos, expresiones, de los propios actores como detalles sutiles que a la larga pueden tener cierto peso en el desarrollo de la trama. Tampoco es fácil que el espectador se quede con los matices de los diálogos originales si resulta que está oyendo frases en una lengua y a la vez está leyendo algo que, aún significando lo mismo, está en un idioma distinto. El problema es menor cuando uno está familiarizado con el idioma como es el caso del inglés pero en uno como el japonés o el ruso, sin conocerlo, la cosa se convierte en una misión imposible.

Otra cosa que se suele argumentar en contra del doblaje en España es que, al ser las palabras en español más largas que las de la lengua inglesa, para igualar la duración de los diálogos y encajarlos fonéticamente, se cambia lo que los personajes dicen. Esto no es un argumento válido a favor del subtitulado traducido ya que cuando el diálogo es rápido o las líneas son extensas ocurre exactamente lo mismo buscando que pueda dar tiempo a leerlo. Por otro lado detrás de un doblaje siempre hay profesionales de la traducción (aunque a veces cometan errores) no siendo así necesariamente detrás de un subtitulado.

En Estados Unidos el cine subtitulado lo ven los cinéfilos, los críticos y en general aquellos que muestran cierto interés por lo que se hace mas allá de sus fronteras pero es simplemente impensable que el adolescente o adulto medio americano vaya una noche de viernes al cine con los amigos a ver una película sueca, alemana o española subtitulada mientras come palomitas y bebe Coca-Cola. En Estados Unidos ninguna película extranjera subtitulada va a arrasar en taquilla. Probablemente ni siquiera va a tener una distribución amplia.

Si, es cierto que esto si ocurre en otros países, en los que el cine comercial americano se ve subtitulado: países en los que no tienen otra opción. Son países en los que en su momento no se creó una infraestructura y cultura del doblaje como la ha habido en otros países como España, Francia, Italia o Alemania y por lo tanto desarrolló un sistema paralelo, que a la postre y como efecto colateral les ha resultado provechoso para conocer otras lenguas. La idea de que una película subtitulada es mejor que una doblada por el hecho de que oyes al mismo actor al que estás viendo es relativa. Pensar que todo actor que aparece en la pantalla es, por sistema, mejor que todo actor de doblaje, muchos de los cuales también hacen cine, televisión y hasta teatro no obedece a ninguna razón objetiva. En el doblaje hay muy buenos actores cuya labor es precisamente la que hacen los actores americanos al interpretar, por poner un ejemplo, a Julio Cesar en inglés: acercar un personaje al espectador en una lengua que este conozca.

Los realizadores y el doblaje

Como decíamos los directores americanos se despreocupan bastante por el público que va a ver sus películas incluso cuando, como ocurre hoy día, la mayor parte de los ingresos de una película americana vienen de fuera de Estados Unidos: podrían exigir cláusulas en los contratos que impidieran doblarlas o bien inmiscuirse en el proceso de doblaje pero no suelen hacer ni lo uno ni lo otro. Lo primero realmente no les conviene porque las productoras jamás aceptarían una cláusula de ese tipo, so pena de perder mercados como el español. En cuanto a que el director se inmiscuya en el proceso de doblaje a la mayoría les resulta más cómodo no hacerlo. Por todo lo cual aceptan el hecho de que la productora va a doblar la película en ciertos mercados y lo hacen con su firma en el contrato.

Pero no todos los realizadores están en contra del doblaje ni piensan que sustituir los diálogos del actor original sea nocivo para el personaje. Woody Allen no está a favor del doblaje, lo ha hecho patente en alguna ocasión, pero, por otro lado, dista mucho de estar “en contra” habiendo dado muestras de agradecimiento y afecto tanto al fallecido Miguel Ángel Valdivieso como a Joan Pera, los actores de doblaje que le han puesto la voz en España. Para Alfred Hitchcock y Stanley Kubrick, por ejemplo, la imagen debía permanecer tal como ellos la habían concebido sin elementos extraños como el que supone el subtitulado y, en este sentido, para ellos, el doblaje era un mal menor. Por otro lado hay algo que los realizadores hacen hoy día y que han hecho siempre: contratar a un actor extranjero que no habla la lengua en la que se rueda la película a sabiendas de que posteriormente se le va a tener que doblar como por ejemplo ocurría con Burt Lancaster en El Gatopardo (1963).

Woody Allen y Joan Pera, actor que
le presta su voz en España

Conclusiones

Indudablemente para apreciar a un actor como Al Pacino en toda su magnitud hay que ver la película en inglés y oír a Al Pacino, no a Ricardo Solans, actor que le presta su voz en España, pero también hay que entender inglés y estar pendiente de Al Pacino, no de los rótulos que aparecen a pie de pantalla. Pero es que se da el caso, y es lo que mucha gente parece no querer entender, que el público en general no va al cine a deleitarse con lo gran actor que es Al Pacino sino a disfrutar con la película donde el actor americano es una pieza entre otras a la hora de construir un personaje y por ello, y para ellos, la función del actor de doblaje es eficaz: disfrutan de la película. Es más, si un espectador tiene una desmedida preocupación por oír a Al Pacino quizás nunca llegue a oír a su personaje.

Si en Estados Unidos doblaran el cine español en vez de subtitularlo ello sería tan bueno para ellos como para nosotros. Sería una forma de acercarles nuestra cultura, nuestras historias y nuestros personajes a los chavales americanos los cuales podrían disfrutar de ellas un viernes por la noche con las palomitas y Coca-Colas que decíamos antes. Ello beneficiaría nuestra empobrecida, que no pobre, industria cinematográfica. Pero no es así, ellos saben perfectamente que algo como un subtítulo es una barrera. Para llevar al gran público americano una historia extranjera, ya sea española o de cualquier otra nacionalidad, en Estados Unidos no solo se les cambia las voces a los personajes… sino que se vuelve a hacer la película desde cero: Vanilla Sky (2001) o Quarantine (2008) en vez de Abre los Ojos (1997) o REC (2007). Creo yo que muchos actores españoles preferirían que los doblaran en Estados Unidos y de ese modo ser caras conocidas para los espectadores americanos a verse suplantados por actores de allí. Cuando una película americana es doblada al castellano sigue siendo una película americana la que cosecha éxitos pero cuando una película española, francesa o de cualquier otra nacionalidad es rehecha en Estados Unidos quien cosecha el éxito o el fracaso es igualmente la película americana, no la película original.
 
Si en Estados Unidos gustaran los subtítulos no tendríamos esto. Si doblaran las películas tampoco.

Una película doblada es un producto opcional, no un sustituto del original, que las distribuidoras ponen a disposición de un sector concreto del mercado y ello se hace, como ocurre con todo en la sociedad en la que vivimos, en base a la aceptación que tiene el producto. Alguien podría alegar que no es una opción porque hay espectadores que preferirían verlas en versión original y no pueden porque en los cines que tienen cerca solo las proyectan dobladas: bueno, es como todo, los productos se comercializan en función de su demanda y si la de versión original no es satisfecha es probablemente porque a las empresas interesadas (distribuidoras, salas de proyección, etc.) no les sale rentable.

Yo recomiendo que si uno domina el idioma lo suficiente vea la película en versión original, que si no lo domina del todo y quiere aprenderlo o mejorarlo lo haga viendo la película en versión original con los subtítulos en el mismo idioma y que si no domina el idioma y quiere disfrutar de la película la vea en versión doblada. Los subtítulos traducidos son adecuados cuando no se conoce el idioma y no está disponible doblada al castellano o se tiene problemas auditivos.

Una recomendación final para aquellos que quieran saber un poco más sobre el doblaje en España: el documental Voces en Imágenes (2008)

martes, 8 de octubre de 2013

En defensa del doblaje en España (I)


El collage

Cuando se hace una película se pretende contarle una historia al espectador que consiga toda su atención, abstrayéndolo de su realidad. Para ello se recurre a toda clase de trucos cuyo resultado es un collage de elementos cuyo conjunto crean la ilusión de que la historia que se cuenta es verosímil. Algunos de estos elementos son el trabajo de los actores, el montaje de las escenas, los efectos especiales o incluso la música. Es curioso lo de la música, es un elemento totalmente irreal, la vida real no tiene banda sonora, pero se usa porque contribuye a la inmersión del espectador en la historia, subrayando las sensaciones que pretende transmitir lo que hay en pantalla.

Hace años, para que Indiana Jones hiciera una serie de acrobacias en la pantalla, Harrison Ford era sustituido por un doble, es decir, un señor mejor preparado que él para hacer dichas acrobacias. A nadie parecía importarle que le sustituyeran al actor principal. Hoy día, a Harrison Ford se le sustituye por algo menos real que un doble (que al fin y al cabo es otro ser humano): se le sustituye por un CGI, una imagen generada por ordenador, un muñeco digital. Nadie parece haberse escandalizado nunca por tremendos “fraudes”, ni por los primeros ni por los segundos. El actor es un peón al servicio de una labor, construir un personaje al que no solo le da vida él sino también el guionista, el director, los dobles, los diseñadores de vestuario, los técnicos de efectos especiales, etc. Nadie pretende que Harrison Ford sea Indiana Jones aunque constituya una parte importante de él.

Vic Armstrong y Harrison Ford
son Indiana Jones
 
La razón de todo esto es obvia: a veces el actor no reúne todas las características que exige el personaje. El director y los responsables del casting intentan encontrar las que consideran las mejores opciones sopesando diferentes aspectos y es perfectamente posible que el actor que parezca ideal por ciertos motivos no lo sea por otros. Me viene a la cabeza el caso del personaje de Darth Vader en La guerra de las galaxias (1977): contaba David Prowse, actor que por su altura se había especializado en interpretar monstruos, que George Lucas le ofreció dos posibilidades, interpretar a Chewbacca o “al villano de la historia”. Así que ya podemos imaginar en función de que cualidades interpretativas se seleccionó al actor. Por si fuera poco, la voz de Prowse fue doblada por el también actor James Earl Jones, con unas capacidades interpretativas y un timbre de voz en concordancia con el villano en cuestión. En teoría podía haberle dado el papel directamente a James Earl Jones pero obviamente no tenía la presencia física de Prowse. En definitiva, lo importante era construir el personaje.

Algo parecido le pasaba a la madre de la Princesa Leia, es decir, a Debbie Reynolds, unos veinticinco años antes en Cantando bajo la lluvia (1952). Precisamente la historia trata sobre los comienzos del sonoro y el duro bache que supuso la adaptación a muchos actores: cuando la estrella del cine mudo Lina Lamont, interpretada por Jean Hagen, demuestra su ineptitud para cantar, es doblada por la desconocida Kathy Selden, interpretada por Debbie Reynolds. Paradójicamente la realidad fue justo al contrario: Debbie Reynolds fue doblada en las canciones por Jean Hagen. Una vez más se demuestra que lo importante es la construcción del personaje a partir de los elementos que sean necesarios.

Jean Hagen y Debbie Reynolds

Finalmente, como anécdota curiosa, mencionar que una debutante Andie MacDowell fue doblada por Glenn Close en Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos (1984). Es de suponer que, una vez más, el director pensó que para construir el personaje de Jane no bastaba con la interpretación de MacDowell (aunque sinceramente no entiendo muy bien porqué). 

Y con esto llegamos al tema que nos ocupa, el doblaje. Cuando apareció el sonoro el cine dejó de ser de ámbito universal, la lengua constituía una importante barrera en lo que a la comercialización se refería. Así que en Hollywood decidieron hacer diferentes versiones de sus producciones más importantes, con actores que hablaran el idioma del mercado al que iba destinada. Se rodaban simultáneamente, en diferente franja horaria, para aprovechar decorados, vestuario y demás. El problema fue que cuando la gente iba a ver una nueva película esperaba ver a las estrellas de Hollywood. Recordemos como el Star System había convertido a los actores de cine en productos comerciales. Así que finalmente Paramount, en el año 1932, creó los primeros estudios de doblaje en París, donde se doblarían las películas para Europa. Para ello, en el caso de España, se llevaba a París a actores españoles para que prestaran su voz a los actores americanos. Finalmente en un par de años acabarían apareciendo los primeros estudios de doblaje en España con lo que se evitarían los continuos desplazamientos a la capital francesa. Es curioso, en resumen, contemplar que los primeros actores de doblaje (incluidos los españoles) eran empleados de Paramount y formaban parte del proceso de producción de la película con vistas a hacerlas un producto comercialmente viable en los países de habla no inglesa.

Las productoras aún hoy día entienden que para vender su producto en ciertos mercados necesitan de un elemento adicional que es el doblaje. Por ello, a los diferentes responsables de la composición del personaje de Indiana Jones de los que hemos hablado más arriba, forzosamente, en España, tendríamos que añadir el trabajo de los actores de doblaje Jesús Ferrer y Salvador Vidal en virtud de lo que en su momento decidió la productora que a fin de cuentas es la dueña del producto: En busca del arca perdida es la edición que Paramount lanza para España de su producto Raiders of the lost ark  (1981). Es decir, un producto paralelo, una alternativa pensada para un mercado muy concreto.

El desaparecido Jesús Ferrer y Salvador Vidal
también son Indiana Jones.

El respeto al autor

Hay quienes ante esto argumentan que la autenticidad de la película queda delimitada por la labor del director: el director elige a unos determinados actores por unas determinadas características y cuando la película es doblada parte del trabajo de esos actores se pierde. En realidad no tengo muy claro eso de la autoría del director: últimamente cuando veo alguna película de algún director con cierto renombre siempre me pregunto por qué nadie se acuerda del guionista que, digo yo, algo habrá tenido que ver. Por ejemplo, en el caso de Alien, el octavo pasajero (1979) Dan O'Bannon, el guionista original, siempre estuvo descontento con la forma en que trataron su guión. Cierto es que Alien es la película que es gracias a su director, Ridley Scott, y no precisamente a su guión original pero... ¿Dónde queda aquello de respetar el trabajo del artista original? Pues queda delimitado por contrato y de la misma forma que el director puede hacer lo que quiera con el trabajo del guionista igualmente la productora puede hacerlo con el trabajo del director: ha pagado por ello. Recordemos también que el director suele ser alguien contratado “por obra o servicio”. El concepto de autor cuando hablamos de una película resulta ambiguo debido a la cantidad de personas que participan en su realización pero creo que queda claro quién es el propietario del "producto" y que, de hecho, condiciona lo que el director puede hacer con él: la productora.

Dan O'Bannon en los extras del DVD
de Alien, el 8º pasajero

Pero la cuestión es qué propone el director ante un hecho cierto: los espectadores que desconozcan la lengua original en la que se hizo la película no van a entender lo que dicen los personajes. Ante esto muchos realizadores proponen el subtitulado frente al doblaje y es lógico este punto de vista: están cambiando la voz del actor al que han elegido para el papel teniendo en cuenta, entre otras cosas, esos elementos que son sustituidos al doblar la película. Por otro lado también es verdad que, cuando hablamos de realizadores americanos, no es un punto de vista objetivo ya que la mayor industria cinematográfica es la suya y saben que su producción tiene una salida cierta, pero a ellos, los americanos, no les gusta ver cine subtitulado: los subtítulos están muy bien... para los demás.

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