martes, 2 de septiembre de 2025

Relato o Realidad (II): Físicos vs Terraplanistas.

Imagen de una Tierra Plana

Ya en el artículo anterior os hablé de una visita que tuvimos en casa y, durante la cual, a uno de nuestros familiares visitantes se le ocurrió sacar uno de esos temas que abundan por internet bajo un titular alarmista, concretamente el de “los cinco venenos blancos”. Lo que simplemente fue una fugaz mención a algo ante lo cual, cualquier persona actual, creo que debería mostrar un mínimo de escepticismo (bueno, al menos ese es mi caso) pasó a convertirse en una conversación en la que yo me esforcé en reiterar no solo mi desconfianza ante este tipo de artículos sino incluso ante lo que muchas veces son consideradas fuentes oficiales y que, según quienes, nadie debería cuestionar porque es “evidente” que son verdad. 

Como igualmente creo que expliqué en ese artículo, muchas veces en una discusión sobre un tema concreto para mí no es tan importante el tema en sí, sino qué secuencia de pensamientos, qué supuestos razonamientos lógicos, ha seguido una persona para llegar a ciertas conclusiones que ya a mí desde un principio me chirrían. En aquellos momentos no llegué a una exposición tan prolongada de lo absurdo del titular sensacionalista como sí hice en el artículo anterior porque básicamente me parecía una obviedad. Pero también porque uno de mis interlocutores hizo lo que a él se le antojó un símil irrefutable dentro del mundo de la política.

A ver, ya de por sí, ir de visita a la casa de personas a las que aprecias (y me consta sobradamente que así es) y sacar como tema la política, presumiendo en el mejor de los casos que van a estar de acuerdo contigo, o en el peor teniendo claro que hay ciertas posibles discrepancias… pues bien, como poco no parece correcto. Dicho esto, y teniendo en cuenta de que, por lo general, rehúso en este blog hablar explícitamente de lo que un amigo llama “politiqueo” y no “política”, me limitaré a decir que a) el símil no podía ser considerado como tal y b) el propio supuesto símil mezclaba churras con merinas.

En fin, la cosa es que fui tan osado como ir un poco más allá, y es posiblemente la razón de que estés leyendo este artículo. Ante lo cual he de aclarar que no soy físico, y, desde luego, tampoco terraplanista, y que el punto de este artículo no es que la Tierra pueda ser plana, sino que muchas de nuestras certezas se basan en confianza, no en experiencia directa. Y eso, en sí mismo, merece ser examinado.

En realidad, la cuestión es bastante simple y se basa en el mero hecho de ver como gente muy respetable (respeto merecido) dentro del campo de la física como, por ejemplo, Crespo de Quantum Fracture, cometen el error de meterse en una habitación a discutir con un terraplanista. No sé, pero me da que en mismo momento en el que cruzan la puerta debería aparecer el cartel de “Game Over” y no precisamente por el planteamiento que muchos harían del tipo “¿Pero a ver, alma de cántaro, te vas a meter a discutir eso con alguien tan cazurro como para pensar que la Tierra es plana?” sino precisamente porque, tal como yo lo veo, el terraplanista al cruzar la puerta lleva consigo todo lo que necesita para demostrar, al menos, indicios evidentes de que la tierra es plana mientras el físico…  bueno, se ha dejado todo lo que necesita fuera.

Y es que en una discusión entre un físico y un terraplanista sobre si la Tierra es esférica o plana, en una habitación cerrada, frente a una mesita de café, el científico simplemente no puede demostrar que la Tierra es esférica. No al menos en un corto espacio de tiempo y sin salir de la habitación. Todo queda condensado en que hay experimentos, muchos de ellos complejos y que requieren de instrumental y tiempo, que demuestran que la Tierra es esférica, y que si fulano lo determinó en el año no sé cuántos antes de Cristo basándose en las sombras que se proyectaban en lugares distantes a la misma hora, en que si los vuelos comerciales, precisamente debido a la curvatura de la Tierra, no pueden limitarse a establecer una trayectoria en línea recta entre dos puntos, etc... Al final, la realidad es que físico no puede demostrar que la Tierra es esférica en ese contexto inmediato. Solo puede apelar a experimentos ajenos, a consensos previos, a la autoridad del conocimiento acumulado. Básicamente el argumento del físico acaba reducido a “Créeme, he estudiado esto, otra mucha gente lo ha hecho, lo ha demostrado, y todo el mundo, incluso la gente de la calle, sabe que es verdad… así que confía en lo que te digo”. Y aunque el físico intente recurrir al efecto Coriolis en un lavabo, si es que hubiera uno a mano, el diseño del desagüe puede sabotear el experimento. No hay demostración inmediata, solo referencias. Por otra, en el mejor de los casos, el terraplanista podría tranquilamente responderle que “eres tú quien dice que eso demuestra eso otro, pero no me estás dando algo ante lo que yo no pueda mostrar incredulidad”.

Miremos ahora el punto de vista del terraplanista. Tengamos en cuenta que el terraplanista no solo defiende el hecho de que la Tierra es plana, sino que ante el consenso generalizado de que es esférica también enfrenta el hecho de que parece haber cierto empeño en demostrar que es esférica cuando para él lo obvio es que es plana. Así que, desde su punto de vista, dentro de esa habitación, toda una serie de circunstancias aparentemente inconexas que apuntan a que la tierra es esférica… básicamente podrían haber sido dispuestas para apuntar en esa dirección: nos estáis mintiendo y habéis elaborado bien la mentira. Insisto, el terraplanista no puede demostrar que la Tierra es plana… pero es que como digo el físico tampoco puede demostrar que es esférica. Y es aquí donde entra el método científico al alcance de ambos.

Y es que al terraplanista lo que le estas diciendo es que la tierra es esférica y que hay un señor que tiene su casa en el polo norte y cuyos pies están en el suelo, otro en el ecuador, lo que implicaría que su casa está de lado, pero que también tiene los pies en el suelo y un tercer señor cuya casa está en el polo sur, bueno, al menos en el hemisferio sur, lo que implica que su casa está bocabajo, a pesar de lo cual le estás diciendo que igualmente sus pies están el suelo. Al terraplanista no le cuesta absolutamente nada decirle al físico: mira, si esta mesita de café con sus cuatro patas, en vez de tener una superficie plana encima, tuviera una superficie esférica… tu café y el mío hace mucho que estarían derramados por el suelo. Y el físico simplemente no podrá rebatir eso.

¿Cómo podría el físico de manera inmediata demostrar al terraplanista que la tierra es esférica? Saliendo de la habitación, subiéndolo a una nave espacial, sacándolo de la tierra y mirando por una ventanilla diciéndole “¿lo ves? ¡esférica!”

El físico, ya sea en esa habitación, en medio del desierto o en una isla desierta no puede hacer otra cosa que decirle al terraplanista “cree en mí como yo lo hago en las experiencias de otros que no necesariamente yo he replicado” mientras el terraplanista puede limitarse a decir “cree en lo que tú mismo estás comprobando: no puedes andar por el techo, no puedes andar por las paredes y cuando saltas caes hacia el suelo”

El terraplanismo puede no ser más que simplemente el desvarío de un colectivo de gente y todo esto que acabo de exponer puede parecer un ejemplo trivial, cómico, irrelevante, pero no hace sino subrayar cómo mucho de aquello en lo que creemos se apoya no en lo que vemos con nuestros propios ojos o nos dicta la razón a la que tenemos acceso, sino en la confianza que depositamos en lo que otros dicen, ya sea por status quo o por unísono de voces. Y eso es algo que siempre, durante toda la historia, ha estado así. Incluyendo conceptos como cuando se creía que el sol giraba en torno a la Tierra. 

Así pues, no es precisamente improbable que estemos dentro de una simulación, en un mundo ficticio, como el de Matrix, pero, y esta es la parte alarmante, no uno que esté siendo inyectado en nuestros cerebros mediante señales eléctricas aplicadas a nuestras terminaciones nerviosas… sino en el de una narrativa consensuada. Una Matrix no de cables, sino de información, de aquella que se nos dicta, la que aceptamos creer porque es lo que te dicen que debes creer, la que, atención a las comillas “se sabe que es cierta”. Estamos hablando de filosofía, de política, de publicidad y, en definitiva, de todo aquello que rige el mundo en el que vivimos. Esto no es nuevo, es algo que se ha dado a lo largo de toda la historia. Y precisamente uno de mis cuentos favoritos lo es precisamente porque hace alusión a ello: El Nuevo Traje del Emperador, de Han Christian Andersen.

Quizás, no eres un necio y, simplemente, el emperador va desnudo. Se crítico. Piensa por ti mismo. Razona. Usa la cabeza. Y hazlo pasando por encima de status quo, de titulares y titulaciones, de diplomas y acreditaciones, y de aquellos que creen que un título les convalida la ausencia de raciocinio.


Y si os ha gustado este artículo… es posible que en un próximo artículo tratemos estos temas:

- El universo que conoces podría existir desde hace dos minutos (independientemente de cuando leas esto)

- El libre albedrío que crees tener… podría simplemente no existir. Quizás no decides.

- Es posible que seas, en cierto modo, inmortal. 

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