Hace unos días tuvimos visita en casa. Y hablando de temas de salud surgió el tema de "los cinco venenos blancos” que al parecer son el azúcar, la sal, la leche, el arroz blanco y la harina, lo que a todas luces parece un titular sensacionalista para llamar la atención. Acabo de buscar en internet y en todo este tema hay ciertas verdades, ciertas exageraciones, y otras cosas que simplemente no son verdad. La cuestión es que, por naturaleza, y cada vez más, soy más escéptico ante la información que me llega, más aún si parece un eslogan alarmista. Soy escéptico y agnóstico. No tiendo a negar automáticamente algo que no conozco aunque me suene sospechoso, pero desde luego las alarmas saltan y tampoco me lo voy a creer sin más. La verdad es que tampoco era la primera vez que escuchaba que la presencia de la leche en nuestras dietas era perjudicial pero para mí lo peor era que cada vez esa idea venía acompañada del argumento de que la leche es para que el ternero se alimente, que no es natural que la tómenos los humanos, y menos los adultos, etc. Ahí ya me queda claro que la persona que lo dice no está siendo muy racional.
Debo y quiero aquí reconocer que muchas veces, cuando discuto algún tema, más que por el tema en sí, lo que me lleva a ello es que me desconcierta e intriga qué ha llevado a una persona a tener una opinión determinada que a todas luces no me cuadra según lo que considero una línea de pensamiento y razonamiento lógico. Y es algo que intento que esté presente continuamente en este blog, en cómo intento argumentar de la manera más clara posible lo que me lleva a una conclusión. No quiero simplemente que alguien simpatice con mis opiniones sino que entienda qué me ha llevado a ellas. Y si entonces resulta que las comparte pues genial, si no es el caso y me da argumentos razonados, lógicos en contra... bueno, quizás yo aprenda algo nuevo.
Y esto me pasa con este tema de la leche que, como digo, he escuchado a varias personas, además con el argumento de que la genera la vaca para alimentar al ternero. Así que vale, vayamos por partes: la vaca no genera leche para alimentar al ternero. Esto es un abuso de lenguaje que hacemos habitualmente para facilitar la comunicación, para hacerla más fluida, pero, técnicamente hablando, la realidad es otra: la vaca da leche, si por alguna razón no lo hiciera el ternero no podría sobrevivir, si en una población de vacas se da una mutación que hace que no den leche, los terneros mueren y esos genes mutados que hacen que no den leche no se propagan porque los teneros mueren. Así es como funciona la evolución, aquello que facilita o da ventajas para el desarrollo de los nuevos individuos permanece y se impone. Por eso tenemos una clasificación animal que se llama mamíferos, porque hay muchos animales que no dan leche y cuyas crías, al no necesitarlas, no tienen ningún problema para sobrevivir. La jirafa no tiene el cuello alto para comer de las hojas altas de los árboles, sino que aquellos individuos con cuellos altos que podían comer de las hojas de los árboles, tenían más probabilidad de sobrevivir en terrenos más áridos, así que los genes del cuello largo tenían más facilidad para perpetuarse. Darwin, no Lamarck. Esto es evolución y con esto solo quiero subrayar un hecho muy simple: las cosas en la naturaleza no tienen un propósito predefinido.
Ahora bien, aceptemos ese abuso del lenguaje que. como digo más arriba, nos permite una comunicación fluida sin pararnos a matizar cada cosa que decimos (pero, como seres racionales, inteligentes y con conocimientos, sin olvidar de qué estamos hablando): si los seres humanos no deberíamos usar la leche de vaca como fuente de alimentación debido a que su “propósito” no es ese… ¿exactamente de qué alimentos deberíamos hacer uso con ese propósito, el de alimentarnos? No, las frutas, las verduras, la carne de otros animales… nada de eso existe sobre la Tierra con el “propósito” de servirnos de alimento. Abusando del lenguaje una vez más, el único alimento que podríamos considerar que tiene el “propósito” de alimentarnos resulta ser, irónicamente, la leche. Concretamente la leche materna humana, que tiene más en común con la leche de vaca que con las hortalizas, por ejemplo. Vaya … resulta que el único alimento que existe con el “propósito” de alimentarnos es... uno de esos "venenos blancos”. Si solo pudiéramos alimentarnos de eso, de la leche materna, pobres mujeres. Y no, no solo somos los únicos animales que toman un alimento que no tiene el “propósito” expreso de alimentarnos (me parece recordar que las hormigas "ordeñan" a los pulgones)… sino que somos los únicos que preparamos o cocinamos la comida, desde los filetes a los garbanzos. ¿También deberíamos alejarnos de eso? Porque la realidad es que teníamos mejores dentaduras hace miles de años cuando no cocinábamos la comida, pero por un lado sería complicado retroceder genéticamente y culturalmente miles de años, y, aun así, aunque no cocináramos los alimentos, no estaríamos comiendo cosas que estuvieran hechas con el “propósito” de alimentarnos.
Así que… ¿podemos de dejar de decir tonterías como que no deberíamos tomar leche porque existen con otro propósito? Consumimos las cosas susceptibles de proporcionarnos alimento y si funcionan seguimos haciéndolo y si no, pues no. Esa es toda la historia en cuanto a por qué nos alimentamos de unas cosas y no de otras.
La cosa no queda ahí. Y es que, a raíz de algo como semejante titular, el de los “cinco venenos blancos”, durante esa conversación, dejé bastante claro que soy escéptico a titulares como esos, que dudo mucho de ellos y de mucha de la información que nos llega. Que soy muy crítico. Y saco como ejemplo el tema de que hoy día hay muchos productos en el mercado para gente con intolerancia a cosas como la lactosa, el gluten, etc… y que, en mi generación, que se crio con bollería industrial con grasas animales y masticando chicle cargados de azúcar… no parecía haber esos problemas, no se escuchaban. Pensadlo, no es simplemente que tuviéramos la misma alimentación y no se escuchara habitualmente de esos problemas, sino que nuestra alimentación era presuntamente mucho menos sana. Habría sido más probable escuchar hablar de esos problemas. Pues bien, uno de mis contertulios, persona a quien he tenido en gran estima durante prácticamente toda la vida, subraya el hecho de que si antes no se escuchara no significa que no se diera. Cosa que a priori comparto, siempre lo he hecho: la ausencia de pruebas no es una prueba de ausencia. Pero, tampoco me parece razonable escudarse en ello para defender una postura de la que precisamente estamos diciendo que no teníamos suficientes evidencias, de algo de lo que no escuchábamos hablar, y que hoy día no se puede demostrar. Si nos atenemos a lo que escuchábamos a nivel de calle sobre gente con problemas por beber leche o comer pan… me da que teníamos infinitos más indicios para creer en cosas como el bigfoot, el monstruo del Lago Ness, el yeti o los ovnis. Me atrevería a decir que es harto probable que, por excepcionales que fueran esos temas, durante los 80s, ocuparon más espacio en los telediarios.
Quiero decir que antes era raro escuchar de alguien con intolerancia a los lácteos o al gluten así que es más probable que efectivamente hubiera menos casos a que simplemente estos casos no vieran la luz. ¿Había menos estudios al respecto? Lo dudo, en oriente siempre ha habido una gran tasa de intolerancia a la lactosa y en países como USA donde ya había gran cantidad de población con origen oriental o africano la comunidad médica rápidamente se habría hecho eco. Y la cuestión se debe más a que en occidente nos hemos adaptado mejor, evolutivamente, al consumo de leche. Desde hace siglos, por no decir milenios, en occidente se contaba con la leche como una fuente de nutrientes que no se cesaba de consumir tanto en su forma original como derivados (quesos, etc.)
Sí, es posible que en los ochenta hubiera muchos casos de intolerancia a la lactosa… ¿pero tantos como los que presumiblemente hay ahora en un país con milenios de antigüedad y cultura ganadera y de pastoreo? Por supuesto lo que antes podíamos haber atribuido a una digestión pesada, a colon irritable, etc. podría ser el resultado de intolerancia a la lactosa… pero también es perfectamente posible que sea justo al revés, que hoy nos permitamos presumir que había una mayor intolerancia a la lactosa, aludiendo a lo que antes eran efectivamente digestiones pesadas, colon irritable, etc… Sin tener pruebas de ello ni fuentes fiables que nos de cifras, y con el sesgo de los intereses comerciales que podrían estar jugando a favor de que inflemos hoy el problema y la urgencia por combatirlo. Hoy más que nunca se intenta vender productos sin lactosa. Es un nicho de mercado. Desde un punto de vista meramente empresarial (y poco ético) si ves que hay un nicho empresarial con posibilidades pero no las suficientes... lo inflas. Las dietas alternativas lo son. Las venden como más saludables que las tradicionales incluyendo el uso de lácteos o cualquier tipo de productos de procedencia animal. En el mejor de los casos... ¿es posible que hoy día haya una mayor intolerancia a la lactosa que antes? Sí, es posible. ¿Pero es porque el cuerpo experimenta un rechazo a la lactosa después de que haya formado parte de nuestra alimentación durante siglos… o es porque alguna otra cosa ha cambiado en nosotros que ha debilitado nuestra capacidad para tolerarla? ¿Otras cosas que consumimos actualmente? ¿El estrés que forma parte de la vida moderna quizás? Si fuera el caso, el problema no estaría en la lactosa en sí sino en alguna otra cosa que estaría afectando a la capacidad de nuestros aparatos digestivos para asimilarla y eso, desde luego, me parecería más alarmante: ¿Cuál sería la próxima merma en nuestro aparato digestivo? ¿Y cuáles podrían ser las consecuencias del consumo injustificado, es decir, cuando tu cuerpo puede asimilarla, de estos productos sin lactosa? Pues que efectivamente acabe generando intolerancia en nuevas generaciones al interrumpir el consumo de leche tras la lactancia impidiendo con ello que sus cuerpos se habitúen a ella. Por otro lado, a muy largo plazo, miles de años en el futuro, las mutaciones que una vez nos hicieron tolerantes a esos posibles portadores de nutrientes que son los lácteos podrían acabar en recesión. Simplemente funciona así: donde había pastoreo y, por tanto, consumo de lácteos apareció la tolerancia a la lactosa, donde se optaba por cosas como la leche de soja hay más intolerancia. Y quizás lo que estamos haciendo ahora es saboteando una ventaja evolutiva que habríamos conquistado. Lo siento, no puedo evitar el chiste: ¿te imaginas ir a un oso polar y decirle "oye, que no es normal que seas blanco, que los osos no son blancos"?
Y es curioso que entre los países donde la población es de la más longeva del mundo hay países orientales como Japón… pero también está España, y además por cosas como el clima, la forma de vida, la alimentación… así que para ser un país con una tradición de siglos o milenios consumiendo “venenos” como la leche o la sal… no nos va precisamente mal.
Con todo esto solo quiero plantear dos cosas, que no debemos confiar plenamente en las cosas que oímos o leemos, especialmente si aparecen como titulares alarmistas, y que, desde luego, tampoco podemos escudarnos en la ausencia de pruebas, o tan siquiera indicios, para defender lo que queremos creer con un "sí, sí... eso era así pero no había señales de ello". ¿Volvemos al ejemplo del yeti, el bigfoot y demás?
¿Sabéis qué otra cosa mata si la consumes en exceso? El agua. Y no me voy a quedar en el chiste fácil de que si te sumerges en tu piscina y abres la boca para intentar tragártela toda morirás ahogado. Sino que voy a irme a algo mucho más concreto y plausible: todos los años, especialmente en verano, se hace hincapié en múltiples programas de televisión, incluyendo informativos, en que debemos beber abundante agua para evitar la deshidratación. A veces ni siquiera matizan la cantidad, pero incluso cuando lo hacen, otra cosa muy común es escuchar que debes beber agua, aunque no tengas sed. Lo cual, a mí, particularmente, siempre me ha parecido contra intuitivo: no creo que los animales beban sin tener sed. La cantidad de agua que un varón adulto debería tomar al día, especialmente en épocas calurosas, ronda los cuatro litros. Yo mismo suelo tener cerca una botella de litro y medio y jamás me ha parecido que fuera una cantidad enorme. Pues bien, esto es lo que puede pasar si bebes demasiada agua: el exceso de agua diluye los electrolitos en la sangre, especialmente el sodio. Esto es lo que se llama hiponatremia. La función del sodio es mantener el equilibrio entre la cantidad de agua que hay dentro y fuera de las células. Cuando ese equilibrio se rompe porque el sodio está muy diluido impidiéndole cumplir su labor… las células se hinchan. Incluyendo las del cerebro y provocando síntomas como dolores de cabeza, náuseas, desorientación, calambres musculares y, en casos extremos, convulsiones, comas e incluso… sí, la muerte. La ausencia de rigor en la información que recibimos ha ocasionado numerosos casos en los cuales hay personas que han muerto por consumir en torno a dos litros de agua en un periodo no superior a los veinte minutos. Incluso en casos de hospitalización en los que simplemente se les advirtió que debían beber mucha agua.
¿Y por qué no deberíamos beber agua sin tener sed? Dejando de lado que hay alimentos que te proporcionan esa agua y en caso de no hacerlo tendrías sed… beber agua en exceso puede sobrecargar el trabajo de los riñones para eliminar el exceso. Y por si fuera poco esto haría que orinaras más eliminando esos electrolitos necesarios como el sodio y el potasio.
Es más, uno de los grandes misterios del siglo XX que con frecuencia atrae la atención del público es la lamentablemente muerte del actor y artista marcial Bruce Lee. Oficialmente falleció por un edema cerebral. Es decir, una hinchazón en el cerebro provocada por un aumento del líquido intracraneal. Y esto habría sido causado por una reacción alérgica a un analgésico llamado Aquagesic. En principio, todo aclarado. Aunque, como suele pasar, hay gente a la que acaba de no convencer las versiones oficiales y tiene otras teorías. Dejaremos de lado aquellas que hablan de maldiciones ancestrales y las de la mafia china, y algunas de las que nos quedan son: que Lee consumía ciertas sustancias que, como efecto secundario, producían deshidratación, y que lo exhaustivo de su entrenamiento le hacía sudar en abundancia y por tanto beber mucha agua que podría estar haciendo que expulsara los electrolitos a través de la orina. Esto nos lleva de vuelta a la hiponatremia. Sin embargo, algo interesante y paradójico: si partimos de la posibilidad de que Lee muriera por hiponatremia... es posible, y solo eso, una posibilidad, que hubiera sobrevivido ese día si en vez de tomar agua hubiera tomado el gran veneno negro del siglo XX: Coca-Cola. O cualquier otra bebida carbonatada. Aunque estas bebidas producen realmente cierta deshidratación también suponen un aporte de sales, y por tanto electrolitos, que quizás hubieran compensado la falta de los mismos en el cuerpo de Lee. Al menos lo suficiente para que aunque su cuerpo diera señales de que no estaba funcionando bien... no le condujeran al fatal desenlace.
Sin embargo, a mí nadie me vino alertándome del gran veneno incoloro, inodoro e insípido que es el agua (y no la Iocaina que mató a Vizzini) sino de los venenos que son la leche, el azúcar, la sal (¡electrolitos!), el arroz blanco y la harina.
Con todo esto que expongo en este texto no quiero que se entienda otra cosa que el simple hecho de que no es razonable que te creas algo simplemente porque otra persona lo diga, ni tan siquiera porque cientos o miles de personas lo crean, y mucho menos cuando tiene pinta de ser un titular sensacionalista. Si alguien llega a tu casa y te dice que a la vuelta de la esquina hay un elefante rosa puede pasar que esa persona, como Dumbo, haya tomado cosas que no debería, que esté bromeando e intentando quedarse contigo, o que efectivamente a algún imbécil se le haya ocurrido pintar un elefante de color rosa para usarlo como reclamo publicitario para el circo que acaba de llegar a la ciudad. Pero si no lo ves con tus ojos, y si algo no se te demuestra apelando, cuando menos, al sentido común y a la lógica… digamos que tienes muy buenas razones para cuestionarlo… así tengas al resto del mundo en contra.
La conversación familiar dio más de sí, más allá de los cinco venenos blancos, no así el tiempo suficiente para que yo argumentara... (soy un pensador lento pero de pasos firmes) y en una próxima entrada en este blog, hablaré de cómo expuse que, entre un físico y un terraplanista, teniendo el primero la razón, en una determinada circunstancia nada excepcional, tiene todas las papeletas para perder la discusión precisa y paradójicamente por no poder adherirse al método científico, al sentido común y a la lógica frente al terraplanista que sí podrá hacerlo a pesar de que igualmente, desde luego, tampoco podrá demostrar que la Tierra es plana.
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