sábado, 6 de abril de 2019

Juegos de Guerra

 

Un pequeño "clásico" para todos aquellos que amamos el cine juvenil de los 80s, con un reparto de secundarios repleto de rostros conocidos, y protagonizado por Mathew Broderick y Ally Sheedy. Particularmente no me canso de verla y la verdad es que cuanto más la veo más virtudes le encuentro. Y es que a pesar de que es un título que suele quedar a la sombra de muchos otros de la época, creo que es una muy buena película. Dirigida por John Badham, quien ese mismo año, 1983, estrena El Trueno Azul y tres años más tarde, protagonizada también por Ally Sheedy, Cortocircuito. Es interesante este dato porque las tres películas, de un modo u otro, tratan sobre el potencial peligro del mal uso de la tecnología. Ya de paso mencionar que Badham en los 70s había dirigido dos títulos interesantes como el Drácula (1979) de Frank Langella y Fiebre del Sábado Noche (1977).

La historia va sobre un chico, David (Mathew Broderick), quien, mientras busca acceder a los próximos lanzamientos de una compañía de videojuegos, conecta por error con la computadora* del Departamento de Defensa, activando un programa, Joshua, que simula un escenario de guerra nuclear en forma de juego y que, por error, podría acabar provocando el inicio real de la Tercera Guerra Mundial. En su intento por resolver el problema que ha ocasionado, David busca al profesor Stephen Falken (John Wood), el creador de Joshua.

Jennifer (Ally Sheedy) y David (Mathew Broderick)

La película invita continuamente a la reflexión sobre el sinsentido que supone un conflicto militar y cómo, a pesar de ello, los seres humanos aceptamos formar parte del juego casi de manera automática, sin plantearnos realmente todo lo que implica. Así, ya al principio de la película podemos escuchar a John McKittrick (Dabney Coleman) decir “no podemos permitirnos que en una guerra nuclear nuestros misiles se queden en los silos porque nuestros hombres se nieguen a girar una llave cuando nuestras computadoras se lo ordenan”. Da que pensar.

Falken es un hombre derrotado desde que su mujer y su hijo murieron en un accidente de coche y probablemente fue el momento en el que entendió mejor que nunca el gran error que él mismo menciona: “…en esa sala de guerra creen que se puede ganar una guerra nuclear, que las perdidas pueden ser aceptables…”. Falken se aparta del mundo, no quiere tener nada que ver con eso y, una vez David y Jennifer (Ally Sheedy) le explican que posiblemente han provocado el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, se muestra impasible. Para él entra dentro de la naturaleza de la especie humana el que acabe destruyéndose a sí misma. Ha perdido la Fe. Pero por suerte no del todo, una chispa de idealismo en su fuero interno, reavivada por la desesperación de los chicos, propiciará que se decida a intervenir.

Dabeny Coleman como John McKittrick.
  
“General, ¿cree de veras que el enemigo atacaría sin una provocación, utilizando tantos bombarderos, misiles y submarinos, obligándonos a que no tuviéramos más remedio que aniquilarlos totalmente? ¿General está usted haciendo caso a una máquina? Hágale un favor al mundo y no se comporte como otra máquina”

Con estas palabras de Falken se subraya lo absurdo del comportamiento humano en ocasiones, cuando se deja de cuestionar las cosas y nos limitamos a abandonarnos a merced de las inercias. Sumado a la idea de que no hay bajas aceptables, resume la reflexión a la que invita la película y es la conclusión a la que, finalmente, llega la propia máquina, Joshua: “curioso juego, Profesor Falken, la única forma de ganar es no jugar”. Si juegas al juego de la guerra pierdes, no hay bajas aceptables, no hay daños colaterales asumibles. No importa si se le ha causado más bajas al enemigo o incluso si se le ha derrotado completamente.

Jennifer, Stephen Falken (John Wood) y David.

Dejando de lado ya la historia en sí, algo que me llama mucho la atención es que los actores principales en general hacen muy buen trabajo y se nota que están muy bien dirigidos, pero que es algo que pasa desapercibido por no tratarse de actores con rango de estrellas y porque el propio título, como digo, tampoco goza quizás de la popularidad que merecería. Quizás algún día debería escribir sobre esto, sobre cómo a no ser que hablemos de estrellas y papeles con una gran carga dramática o especialmente exagerados, no reconocemos la labor de muchos actores.

También me ha parecido interesante que los personajes no están demasiado estereotipados, como, por ejemplo, en el caso del General Beringer (Barry Corbin). Aunque al principio de la película, si es que la vemos por primera vez, podríamos pensar que se trata del típico militar obcecado, resulta ser el que está más abierto a reconsiderar la situación si lo comparamos, por ejemplo, con McKittrick, quien en teoría debería ser el más razonable.

El general Beringer, interpretado por Barry Corbin.

El personaje de Ally Sheedy me ha hecho pensar en estos días que parece que no tenemos memoria y que los personajes femeninos importantes no han existido jamás en el cine. Jennifer, es un personaje que demuestra que no es así sin necesidad de irse a una Sarah Connor o a una Ellen Ripley. Y es que Jennifer no es una heroína sino una chica normal que va al instituto. Cierto es que no es la principal protagonista de la película, pero lo que vemos en ella todo el tiempo es a una mujer moderna. Si, Jennifer es el interés romántico de David pero es mucho más que eso. De hecho, es ella la que se acerca a él, y si uno de los dos personajes parece más vulnerable ante el otro en algún momento, es él. Que tampoco mucho, porque ambos personajes, en distintas situaciones, muestran valor e iniciativa.

La película no es perfecta. En pos de la dramatización, especialmente en los momentos finales, hay una serie de incoherencias para alargar un poco el final, como el hecho de que Joshua intente descubrir el código de lanzamientos de misiles dígito a dígito, lo cual no tiene mucho sentido, o que cuando David decide enseñarle a Joshua que es imposible ganar el juego busque juegos como el ajedrez y no directamente el tres en raya, que fue precisamente el ejemplo que les dio Falken. Pero bueno, se ve que se hizo así para hacerlo más emocionante y realmente no son detalles demasiado importantes.

En definitiva, siempre en mi opinión, una película entretenida, desenfadada pero que invita a la reflexión.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ÚLTIMA ENTRADA EN ESTE BLOG:

Las Gafas de Superman y su Identidad Secreta

Empecemos siendo claros y resaltando lo obvio: es imposible que una persona oculte su identidad con unas gafas. Ni con un antifaz ¿A alguien...