miércoles, 25 de junio de 2014

Los hombres lobo de los 80s (I)


Nota: A pesar de tratarse de películas de 1981 creo que es mi deber avisar que este artículo contiene algún que otro spoiler.

Mi monstruo clásico favorito, desde pequeño, siempre ha sido el hombre lobo, que ya era bastante chulo en las versiones clásicas. El vampiro, cuyo único referente para mí era por entonces Drácula, dejaba que desear… solo era un tipo con los colmillos largos, estaba bien pero el hombre lobo era eso y mucho más. Creo que los vampiros no empezaron a gustarme más hasta que vi Jóvenes Ocultos (1987). Volviendo al hombre lobo, pues eso, que los clásicos estaban muy bien… hasta que vi en televisión Un Hombre Lobo Americano en Londres y Aullidos, ambas de  1981. Me encantaron y desde entonces están entre mis películas favoritas dentro del género. Por ello he decidido dedicarles este post el cual será el primero de una pequeña serie. Vamos allá.

La cosa empezó en 1969 cuando el joven John Landis, de tan solo dieciocho años, se hallaba en la antigua Yugoslavia participando como asistente de producción en el rodaje de Los Violentos de Kelly y tuvo ocasión de ser testigo de cómo, en un cruce de caminos, unos gitanos llevaban a cabo un entierro según una antigua tradición para que... ¡el difunto no volviera de la tumba! Aquello dejó a Landis bastante trastocado y le hizo plantearse ¿Y si fuera cierto? ¿Y si ocurriera? ¿Cómo se enfrentaría un chico norteamericano moderno como él a algo propio de supersticiones y que simplemente no tenía cabida en la mente racional moderna? Eso fue lo que llevó a Landis a escribir el guión de Un Hombre Lobo Americano en Londres.

Jack y David a punto de contestar a los interrogantes planteados por Landis.

Durante el rodaje de su película El Monstruo de las Bananas (1973), Landis expuso su proyecto a Rick Baker, quien se encargaba de los efectos especiales de maquillaje, con la intención de que fuera ideando como llevar a cabo la transformación de su hombre lobo. Lo tenía claro, no quería recurrir a la transformación típica de las antiguas películas en las que el personaje permanecía quieto por las exigencias del propio proceso que consistía en ir fotografiándolo a medida que se le iba añadiendo maquillaje. Quería escenas completas y bien iluminadas, con el personaje en movimiento, donde la transformación tuviera lugar delante de los ojos del espectador. Y que pareciera dolorosa.

El guión tuvo un éxito relativo en Hollywood. Le proporcionaba trabajos a Landis pero ningún estudio quería hacer la película porque la consideraban o demasiado divertida para ser una película de terror o demasiado terrorífica para ser una comedia. Nadie parecía saber cómo encajarla.

Pasaron los años, la película de Landis seguía sin hacerse, y entonces apareció un nuevo proyecto de Hollywood en torno al hombre lobo. La productora Avco Embassy se había hecho con los derechos de la novela The Howlling de Gary Brandner y la película, de bajo presupuesto, iba a ser dirigida por Jack Conrad aunque finalmente acabó en manos del aún principiante Joe Dante. Para los efectos especiales se pusieron en contacto con Rick Baker quien, al no saber nada del proyecto de Landis, no dudo en aceptar deseando poner en práctica las ideas que había ido gestando.

Rick Baker (derecha) con la cabeza de lobo de Un Hombre Lobo Americano en Londres.
Baker ya había empezado a trabajar en los efectos especiales de Aullidos (1981) cuando Landis lo llamó para que se hiciera cargo de los de Un Hombre Lobo… Debió ser una situación muy comprometida cuando tuvo que explicarle que se había embarcado en el otro proyecto. Finalmente Baker acabó incorporándose a la película de Landis, abandonando la de Dante, pero no sin antes recomendarles a un protegido suyo, Rob Bottin, otro grande de los efectos especiales que años más tarde diseñaría a Robocop (1987).
 
En realidad es harto probable que Landis supiera de Aullidos, y quién sabe si de la participación de Baker, y buscara la forma de sacar adelante su proyecto temiendo que se le adelantasen. Así pues, en principio, el inicio del rodaje de Un hombre lobo… parece estar íntimamente ligado al de Aullidos pero, por otro lado, Baker ya había empezado a trabajar en los efectos especiales de las transformaciones, basados en lo que había imaginado para la película de Landis, y que pasarían a manos de Rob Bottin, con lo cual Aullidos también le debería mucho a Un Hombre Lobo... De hecho, Rick Baker aparece acreditado como consultor.

Es posible que ahí no acabe la relación entre las dos películas sino que hubiera algo más y es que hay que recordar que durante todos esos años el guión de Landis estuvo rodando por los estudios sin que nadie se animara a producirlo. Y también es probable que se supiera que Baker estaba involucrado. También hay que observar ciertos detalles que las dos películas tienen en común. Ambas transcurren en la actualidad (de 1981). En ambas los personajes, como los propios espectadores, están al tanto, gracias al cine y la televisión, de la mitología que rodea al hombre lobo y de hecho en ambas se hacen referencias a las películas clásicas, especialmente a El Hombre Lobo (1941). En películas anteriores, los personajes parecían ignorar todo sobre los hombres lobo hasta que se enfrentaban a uno. Finalmente en ambas hay una escena en las que el hombre lobo se transforma en…  una sala de proyección de películas X. Son pequeñas coincidencias que no dejan de ser algo... sospechosas. A todo esto añadir el resquemor competitivo  que queda patente en las declaraciones que aparecen en los extras de la edición en DVD de Aullidos, donde por un lado se declara abiertamente que la idea era hacer una película de hombres lobo donde hubiera sustos y también escenas graciosas - ¿de dónde sacarían la idea? - y por otro lado ensalzan el humor de la película y como en las proyecciones los espectadores gritaban y reían a ratos… cuando de hecho en Aullidos no tiene nada de comedia: no hay escenas graciosas. De hecho durante gran parte del metraje se puede considerar un thriller psicológico.

Dick Miller, actor fetiche de Joe Dante, en su personaje favorito de toda su carrera.

A pesar de todo también hay que reconocer que son dos películas muy diferentes. La trama de Un Hombre Lobo… recrea el esquema clásico con un protagonista que es mordido por un hombre lobo y, en consecuencia, pasa a transformarse en uno. Es gracias al buen hacer de Landis que, a pesar de ello, la película resulta fresca y original. Es remarcable la atmosfera realista que se respira durante todo el metraje – solo rota ocasionalmente por las apariciones del fantasma del amigo muerto – y especialmente en las escenas rurales del principio, aderezadas por la sublime partitura de Elmer Bernstein.

Este tono realista no decae con la transformación del protagonista – y he ahí la grandeza del trabajo de Baker – durante la cual presenciamos una metamorfosis en todo momento coherente, triste y dolorosa, que se limita a transformar, efectivamente, al hombre en cánido. Y ese fue el gran acierto de Landis, volver a llevarlo a una forma familiar, la del cuadrúpedo, en vez de a la más fantástica del híbrido bípedo clásico, en contraposición a la opinión original de Baker, y rematando el hecho de lo absurdo asomándose a la realidad, tal como aquello que experimentó en Yugoslavia. En mi opinión se trata de la mejor transformación de un hombre lobo que hayamos podido ver en una película, incluyendo las transformaciones digitales de las producciones modernas.

La categoría de Oscar al Mejor Maquillaje se creó para poder premiar esta transformación.

Quizás en ese sentido, lo peor de la película son las inoportunas apariciones de Jack. Mientras la escena de su muerte resulta cruda y sobrecogedora, sus escenas no dejan de sabotear esa atmosfera de realidad de la que hablábamos, si bien es verdad que es a través de sus conversaciones con David como vamos viendo como este va afrontando lo que podría estar pasándole. También es verdad que el final de la película parece precipitado, se echa de menos algo de más metraje, y lamentablemente el monstruo cuadrúpedo no está a la altura de lo prometido tras la escena de la transformación ya que el animatrónico tiene un aspecto muy "de muñeco" y una expresión demasiado rígida para el tiempo que aparece en pantalla.

Aullidos, en cambio, tiene un argumento original que se aparta de la historia clásica en torno a un único hombre lobo, un protagonista caído en desgracia, para mostrarnos una comunidad de hombres lobo, los cuales conservan su inteligencia al transformarse. En ese sentido propone, para el cine, al modelo moderno de hombre lobo, el hombre lobo “superhombre”, cuya transformación no constituye una degradación del ser sino todo lo contrario.

La transformación principal de la película es similar a la de Un Hombre Lobo… si bien no tan conseguida. Las ideas de Baker para transformar rostros y miembros se basaban principalmente en dos técnicas neumáticas: una de ellas era el uso de vejigas de goma que se llenaban de aire, la otra el uso de jeringuillas interconectadas por tubos. Si bien en Un Hombre Lobo… se prescinde de la primera de ellas, obteniendo deformaciones precisas con la segunda, en Aullidos se explotó en exceso el uso del sistema de vejigas con lo cual la transformación resultante es más caótica y artificial: vemos hincharse el rostro sin que dé la sensación de que los huesos se estén deformando con algún propósito sino más bien de manera arbitraria. Y por desgracia, cuando por fin hacen uso del sistema de jeringuillas (o uno similar) el resultado es muy inferior al de Un Hombre Lobo...

La caótica transformación de las burbujas de aire diseñada por Rob Bottin.

El principal hándicap de Aullidos fue que se trataba de una película de bajo presupuesto y que se terminó sin tener del monstruo más que una cabeza y unas garras. Tras una pequeña inyección de presupuesto, una vez terminado el rodaje, se pudieron añadir y mejorar algunas escenas con un hombre lobo completo que sirvió para encarnar a los varios que se supone que hay en la historia. A pesar de lo cual sigue quedando en el metraje final alguna escena en las que para suplir la falta de presupuesto se usó stop-motion e incluso dibujos animados.

Lo mejor de la película es el diseño del hombre lobo, el cual supera al monstruo final de la de Landis, resultando espectacular incluso a día de hoy. No solo es bípedo siguiendo el patrón del monstruo clásico sino que es enorme, con hocico alargado y pies en forma de patas confiriéndole un aspecto lobuno muy realista e intimidatorio. Es lamentable que, para cierta escena hacia el final de la película, debido a la firme pero caprichosa negación de una de las actrices a aparecer transformada en mujer lobo, se tuviera que improvisar una versión “agradable” que acabó pareciendo un gato persa.

El espectacular y gigantesco hombre lobo de Aullidos.

Es interesante observar que, a pesar de ser del mismo año, las dos películas marcaron un antes y un después en las películas de hombres lobo, y que a pesar de las inevitables comparaciones, en este caso ninguna se impone de manera absoluta sobre la otra, siendo aún ambas títulos de referencia obligada. En mi ranking personal de películas de hombres lobo ambas comparten el primer puesto.

Señalar que aquel mismo año aparece un tercer título de interés aunque no se trata exactamente de una película de hombres lobo. Se trata de Lobos Humanos (Wolfen, 1981) que gira en torno al tema de los indios americanos, los espíritus ancestrales y la profanación de la naturaleza.


Continúa en Los Hombres Lobo de los 80s (II)   

3 comentarios:

  1. Genial opinión, estoy de acuerdo. Me han dado ganas de verlas otra vez ahora!!

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  2. Agradable lectura, gracias por su conocimiento de estas peliculas

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